Pará mí es un placer y un deleite poder testificar de las grandezas de aquel Dios tan maravilloso, bueno, misericordioso, lleno de amor y de Gracia con nosotros.
Soy Eida Castillo de Vargas, no puedo callar todo lo que Dios ha hecho conmigo, aparte de salvarme, sanarme y por esa razón viviré hasta el último día de mi vida testificando.
Un domingo del 2011 estaba en la iglesia muy gozosa alabando a Dios y de repente me entró un gran mareo y mi vista se nubló, llegué a la cafetería de la iglesia y me desmaye, me llevaron al hospital y me cuentan que caí en coma. Me hicieron muchos exámenes, cuando desperté estaba paralizada, sin moverme de la cama y me dijeron que me había dado un derrame cerebral.
Mi cara estaba caída del lado derecho, estaba encogida y fue triste para mi, tenía la lengua enrollada, no podía hablar. Escuchaba a mi esposo, familiares y amigos llorar por lo sucedido.
Pude aprender en ese momento que las personas en coma si pueden oír lo sé les dice en lo más profundo y experimentar la lucha que hay internamente cuando estaba en coma, dentro de mí había un conflicto muy grande pero mi cuerpo no me lo permitía, pero mientras estaba así yo sabía que estaba viva, en mi mente venía a mi el pasaje bíblico de la muerte de lázaro (Juan 11:1-44)
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Juan 11:25-26
Pero yo me veía en ese estado tan mal y me seguía trayendo a la memoria esas palabras.
Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?
Juan 11:40
Yo las gritaba dentro de mi pero nadie me oía.
Al tercer día sucedió algo maravilloso mi madre me estaba cuidando en el hospital eran las 3 de la tarde y en un instante quedé sentada y grité \”No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios.
Salí corriendo por todo el hospital diciendo ese texto bíblico, en ese momento había un hermano en Cristo en la misma sala y fui a su camilla y le dije las mismas palabras.
Yo creí y dentro de mi, Dios actuó, Dios no deja nada a media, esto es por fe.
Mi mamá me cuenta que en ese momento cuando ocurrió el milagro que grité y me levante ella oía mis huesos traqueando porque yo estaba totalmente paralizada.
Pará la gloria de Dios soy una mujer feliz, dándole gracias, testificando de lo que hizo Dios conmigo, porque para él no hay nada imposible.
Dios te bendiga.
0 Comments