Señalada pero escogida por Dios

No nací en el evangelio, pero a mis 6 años me llevaron a la iglesia por primera vez y crecí bajo los preceptos de la palabra de Dios.

A la edad de 15 años, se empezaron a dar situaciones en mi vida, estando dentro de la iglesia. Personas me señalaban y hablaban mal de mí.

Era muy difícil en ese momento para mí, estar e la iglesia y ver que era señalada, juzgada por los mismos hermanos y lo peor es que eran adultos quienes se ocupaban de hacerlo. Ver a personas que me vieron crecer, quienes en una infancia me enseñaron la vida de Jesús, etc.
A esa edad necesitaba un buen consejo, una palabra de aliento, y lo que sentí de su parte fue cómo me daban la espalda.

Me sentí alejada de Dios, pues ya no tenía deseos de ir a la iglesia, no oraba, entré en una depresión, no comía, y claro estaba que espiritualmente estaba decayendo.

Pasaron un par de años y ya me estaba cansando de sentir lo mismo; una amiga me invitó a otra iglesia ( en la que me congrego actualmente) a un culto de jóvenes y a muchas otras actividades, a las que iba esporádicamente cuando me invitaba; antes de cumplir mi mayoría de edad empecé a sentir y querer cambiarme de iglesia, pues la primera vez que fui me sentía como si toda la vida hubiera pertenecido a ese lugar.

Dios estaba haciendo un cambio en mi vida, y vi que era necesario dejarlo que Él lo hiciera y permitirle que el cumpliera su propósito en mí. Salí de la iglesia en la que estaba anteriormente, hablé con quién era la pastora sobre mi decisión, me fui sin rencores, en paz y con lo más importante, que es la cobertura de Dios, sabía que él me respaldaba.

Nunca me pude ver fuera del ambiente en el que Dios no estaba, y si bien es cierto es que sentía que fuera de su cobertura no tenía un rumbo, y nada tenía sentido.

Espero que mi experiencia sea de bendición para tu vida y que en Cristo puedas encontrar aceptación y amor.

Bendiciones.

\”Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Dios nada podemos hacer\” – Juan 15:5