Estudié Fisioterapia en Panamá capital desde el 2005 hasta el 2009, con el sueño de regresar a Chitré y trabajar en un Hospital de Azuero.

En el 2009 regresé a Chitré sin trabajo, mi ciudad natal, pero al año siguiente, 2010, me nombraron en el Hospital de la 24 de diciembre en Panamá.

En el 2013, agotada de la capital, y con muchas ganas de regresar a mi casa, a mi Chitré, con mi familia, empiezo a averiguar los trámites que debia hacer para que me dieran el traslado.

Sin embargo, al ser una funcionaria nueva en la Caja de Seguro Social, la única forma era hacer un traslado de mutuo acuerdo. Esto significaba, buscar a una persona con la misma profesión que yo y que trabajara en un Hospital o Policlinica de Azuero y que deseara mudarse para la Capital.
Milagrosamente existía una fisioterapeuta que era de la capital y habia sido nombrada en Chitré.

No fue fácil al inicio, porque el lema de Chitré \”donde nadie es forastero\” es verdadero.

La joven se habia enamorado de Chitré, y no tenia muchas ganas de regresar a Panamá, incluso habia iniciado los trámites para tener su casa en Chitré. Por otro lado, mi jefe en Panamá me dijo que los traslados habian sido suspendidos. Por lo que mi solicitud iba a ser revocada e imposible de conseguir.

Pero yo confiaba en Dios. Sabía que la última palabra la daba Él. Y comencé a orar.

A los dias, la joven me llamó para decirme que accedió a hacer el mutuo acuerdo, y pudimos iniciar los papeleos.

Solo faltaba que los grandes directores de la caja de seguro social lo aprobaran. Sabiendo que los traslados estaban suspendidos.

Sin embargo, cuando los planes son aprobados por Dios, aunque el hombre diga no, El dice sí.

Y fue asi como el 2 de septiembre de ese año, 2013, recibí una llamada de recursos humanos. Y era precisamente para firmar mi traslado para el Hospital de Chitré.

Hoy en dia, cumplo el sueño que tuve cuando inicié mis estudios en Panamá: regresar a Chitré, trabajar en Chitré, estar cerca de mis padres, hermanos y sobrinos. Casarme y tener mi propia familia y servirle juntos al Señor en la Ciudad que me vio crecer.

Dios lo hizo posible.

porque nada hay imposible para Dios.

– Lucas 1:37

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Categories: Testimonios

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