Este es mi testimonio Pastor Leandro Sánchez:

Desde mi infancia lo único que conocía de Dios era lo que veía en la iglesia Católica por mi abuela, en esa religión fui bautizado, hasta que un día unos hermanos en el barrio decidieron recoger a los niños en un bus y llevarnos a su congregación, a la escuela dominical. Como para todo niño, para nosotros era algo divertido y esperábamos domingo a domingo que nos buscaran. Desde ese momento siendo como de 10 años empieza mi historia como cristiano evangélico.

Empiezo luego a conocer el personaje más impresionante de mi vida Jesús, a entender muchas cosas que yo hacía como niño y pensaban que estaban bien, a la vez a conocer las historias de la biblia, lo veía muy interesante, es por lo que siempre hago énfasis de lo importante que es la escuela dominical, ya que es donde uno como creyente aprende, conoce lo que es ser un cristiano.

Algo a recalcar los miembros de los hermanos nunca se me olvidaron Hna. Eti, Hna. Chon, Hna. Lina, fueron los instrumentos que Dios en su gran propósito utilizó para entrar al redil, pero en el transcurrir del camino el enemigo va a tratar de impedir que se cumpla el propósito de Dios.

Cumpliendo los 15 años a 18 en adelante quise experimentar, ya que, a esa edad de la adolescencia hay tantas tentaciones y créanme que no es fácil. A esa edad quise ser como los demás, comencé a menguar, ya no iba a la iglesia, poco a poco me descarrié. Amigos que no edificaban y andar en alcohol, fumar, bares y discotecas, andando con una, dos. Entre en rebeldía. Así estuve mucho tiempo, pero las hermanas siempre que me veían me hablaban del amor de Dios, nunca me reprocharon, ni me señalaban, me decían tu eres de Cristo. Hoy en día dos de ellas están vivas y cuando me ven hay regocijo en su corazón de saber que estoy en el camino.

El mal camino era más fuerte, pero siempre le guardaba un respeto y aprecio a esas hermanas. Estuve mucho tiempo descarriado, peleas, bandas, casi me matan, me sentía fuerte, pero algo dentro de mi me hacía mirar hacia arriba y recordar el camino de Cristo. Luche con eso por largo tiempo hasta que, un día hicieron una campaña de la iglesia en el barrio y el Señor me tocó y me reconcilié con Él nuevamente.

El regreso no fue fácil porque ya había probado el mundo y sus deleites, volví a los caminos del Señor, pero estuve haciendo cosas que sabían que estaban mal. De nuevo caí, comienzo a tener una lucha, es donde muchos dicen un bichito malo y el bueno.

El Espíritu Santo comienza a hacer su obra en mí. Iba a los bares y como yo había sido siervo, decían ¿Leandro en los bares? ¿tú qué haces aquí? tú no eres de este lugar, me decían varón, siervo y eso me hacía sentir mal, ya no era lo mismo. Imagínense el mundo me rechazaba. Es por lo que viviendo en San Miguelito decido huir porque todos me conocían como siervo. Me mudo para La Chorrera, estando casado y con dos hijos. A esperas de la entrega de mi casa y seguir en el mundo.

Dios siempre está en control.

Llego a La Chorrera y como cosa de Dios en el lugar donde me mudo una iglesia todos los días tenía culto de poder, de fuego, yo me hacía el loco, pero ya Dios estaba trabajando. Mi esposa comienza a inquietarse, ya que, ella también había asistido a una iglesia, Hosanna, y fue bautizada estando embarazada de mi hijo.

Un día ella me dice papi (así me dice ella) quiero asistir a esa iglesia, yo le respondo: bueno ve si se siente el fuego, se decidió, ese día había una inauguración y concierto con Roberto Orellana, pero le dije yo no, ya que todavía tenía la lucha interna. Luego empiezo a ver un cambio en ella, ya no discutía conmigo, me trataba diferente y dije: “la toco Dios”.

En una ocasión que iban para el culto, yo estaba en la sala, de repente mi hija Débora me dice ¿papá tu no vas con nosotros? cuando ella me dice eso me estremecí, le dije no mami, acompáñanos me dice ella, yo le supliqué no mami después. Cuando ellos se fueron yo me quebranté en la sala y el Señor comenzó a ministrarme tan fuerte que decidí ir.

Al llegar sentí algo diferente, ya estaban orando, busco a mi esposa, me siento al lado y cuando ella abre sus ojos se admira, le dije no me empujes cuando hagan el llamado. El pastor José Luis termina de predicar y sentí que toda la palabra fue para mí, no había terminado de hacer el llamado cuando yo solo sin darme cuenta estaba en el altar quebrantado, estando allí sentí que alguien me abrazó y me dijo con una voz tan sutil hijo te estaba esperando ¡fue tan hermoso!

Desde ese momento hasta hoy, empezando como ujier, el Señor me fue llevando de posición en posición, no ha sido fácil, pero hoy puedo decir EBEN -EZER hasta aquí me ha ayudado el Señor con 10 años en el ministerio donde me reconcilié con el Señor, Ministerio de Restauración La Paz de Dios. Amén. Dios les bendiga.

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