En el tiempo que Dios utilizó al Profeta Jeremías, el pueblo de Israel se había desviado tanto de Dios, que desde el inicio de ese libro, en 1:14 ya Dios estaba mostrándole a Jeremías las consecuencias del pecado de Israel:

 Me dijo Jehová: 14 —Sí —dijo el Señor—, porque el terror del norte hervirá y se derramará sobre la gente de esta tierra. 15 ¡Escucha! Estoy llamando a los ejércitos de los reinos del norte para que vengan a Jerusalén. ¡Yo, el Señor, he hablado! »Establecerán sus tronos   a las puertas de la ciudad; atacarán los muros de Jerusalén    y a todas las demás ciudades de Judá. 16 Pronunciaré juicio    contra mi pueblo a causa de toda su maldad, por haberme abandonado y por quemar incienso a otros dioses.   ¡Sí, ellos rinden culto a ídolos que hicieron con sus propias manos!

Tómate el tiempo para leer el libro, y notarás que al menos los primeros 17 capítulos, describen los pecados que cometían y las consecuencias de esos pecados, es importante que notemos que Dios NO está castigando porque dejó a un lado su bondad, sino, que  son consecuencias del pecado, de sus acciones, de la desobediencia… Israel tuvo la bendición, de que Dios a través de Moisés ciento de años antes, les enseñó las consecuencias de la obediencia y las consecuencias de la desobediencia, Deuteronomio 28; pero con el paso de tiempo, fueron dejando esos estatutos a un lado y poco a poco se fueron alejando de Dios.

Dios en su misericordia, siempre levantaba a algún profeta para que hablara de parte de Él al pueblo, y así sucedió en los días de Jeremías.

El pueblo se había desviado tanto, que Dios describe en el capítulo 17:1  El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares,”, en otras palabras, se habían unido tanto al pecado que tenían prácticamente como fundamento de vida, hacer lo malo, y a pesar de eso, ellos creían que estaban bien delante de Dios, y que no pasaba nada, por eso Dios les dijo: 17: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? 10 Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.

Cuántas veces hemos creído que estamos bien delante de Dios, y  ganando “el escalón al cielo”, porque quizás nos levantamos damos gracias a Dios, pero en nuestro corazón, hay envidia, resentimiento, vanidad, idolatría, en fin…cada uno sabe que puede tener que lo aleja de Dios, pero para aquellos que hemos tenido algo que no aleja de Dios y reconocemos nuestra condición, Dios quiere volver a formarnos.

18 “El Señor le dio otro mensaje a Jeremías: «Baja al taller del alfarero y allí te hablaré». Así que hice lo que me dijo y encontré al alfarero trabajando en el torno; pero la vasija que estaba formando no resultó como él esperaba, así que la aplastó y comenzó de nuevo.

Después el Señor me dio este mensaje: « ¡Oh, Israel! ¿No puedo hacer contigo lo mismo que hizo el alfarero con el barro? De la misma manera que el barro está en manos del alfarero, así estás en mis manos. Si anuncio que voy a desarraigar, a derribar y a destruir a cierta nación o a cierto reino, pero luego esa nación renuncia a sus malos caminos, no la destruiré como lo había planeado.”

Estamos en el momento oportuno para dejar que Dios transforme nuestra vida, lo más hermoso es que Dios no nos aparta, al contrario, Él sabe que somos débiles, por eso nos compara con el barro, pero la diferencia es que no nos dejamos moldear como el barro, porque nos resistimos.

Hoy te invito a que te dejes formar, a que reconozcas que eres barro, pero el barro que sí se deja formar por el alfarero…No hay nada lo suficientemente malo que hayas hecho o difícil que hayas pasado, que Dios no pueda perdonar o sanar.

Recuerda que vales mucho y que Dios está dispuesto a formarte nuevamente, sólo debes acercarte a Él.

Hagamos esta pequeña oración: “Amado Dios, HOY  reconozco que soy barro, y me acerco a ti el mejor alfarero, para que me formes nuevamente, quebranta lo que debas quebrantar, y haz de mí la persona que tú quieres que yo sea, Hoy decido no resistir más a tu formación, en el nombre de Jesús me acerco a ti, Amén”….

¡Que Dios te bendiga siempre!

LA

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