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Palabra

Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Daniel 4:4:34

Meditación

Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación. Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio. Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron. Daniel 4:1-5

La humildad es una virtud que consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento. Es reconocer que por encima de nosotros existe alguien a quien necesitamos y humillarnos ante tal conocimiento, ante Él.

Las Escrituras nos exhortan a humillarnos ante aquel que únicamente nos puede salvar, transformar, bendecir. Dice la Palabra de Dios, que si somos sus escogidos debemos vestirnos, pues, como santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándonos unos a otros, y perdonándonos unos a otros si alguno tuviese queja contra otro. De la manera que Cristo nos perdonó, así también hacerlo nosotros. Esto se encuentra en Colosenses capítulo tres versículos del doce al trece.

Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande. Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra. Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne. Daniel 4:10-12

El orgullo, la soberbia son sentimientos de superioridad frente a los demás que provoca un trato distante o despreciativo hacia ellos. Rabia o enfado que muestra una persona de manera exagerada ante una contrariedad. Son enemigos de nuestra alma, nuestra comunión con Dios, son enemigos de nuestra sana comunión con el prójimo, son enemigos de nuestro propósito, son enemigos de nuestra salvación.

Observamos en Primera de Pedro capítulo cinco versículos de cuatro al siete, que cuando aparezca el Príncipe de los pastores, nosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria. Que Igualmente, los jóvenes, debemos estar sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestidos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Que nos humillemos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él nos exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros. Así como también podemos leer en el salmo ciento cuarenta y nueve versículo cuatro, que Jehová tiene contentamiento en su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación.

Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo descendía del cielo. Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas. Más la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra. Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos. Daniel 4:13-16

Todo, aparentemente andaba bien en la vida, en la familia, en el hogar, en el reino de Nabucodonosor. Por lo menos ante sus ojos. Más no ante los ojos de Dios. Convertirnos en personas dominadas por la soberbia, por el orgullo también nos convierte en personas auto-suficientes. Es decir, incapaces de reconocer a Dios y de depender de Él que se encuentra en lo más alto. El concepto de autosuficiencia hace referencia al acto mediante el cual una persona, una comunidad, una sociedad puede abastecerse por sí mismo/a para satisfacer sus necesidades básicas y más importantes.

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud». Esto enseñan las cartas a los Filipenses en el capítulo dos versos del ocho al cinco y el evangelio de Marcos capítulo diez versos del cuarenta y tres al cuarenta y cinco.

Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor. Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. Daniel 4:28-32

Hubo una determinación de parte de Dios para con la vida de este rey. Este rey puede representarnos, muchas veces a nosotros mismos. Sin embargo, su testimonio fue dejado para que pudiésemos tomar consejo. Como si fuera poco, el mismo Señor Jesucristo vino a la tierra a darnos cátedra de humildad siendo Rey de reyes, Señor de señores, Dios de dioses. Nació en un pesebre, escogiendo un lugar humilde para mostramos cuál debe ser una condición de nuestro corazón para que pueda nacer en nosotros también. Un corazón humilde reconoce a Dios, reconoce sus pecados, reconoce sus debilidades, no hace alarde de sus fortalezas, sirve a otros, recibe a Jesús en su corazón.

Si algo similar a esta historia ha ocurrido con nosotros, levantemos la mirada al cielo. Permitamos que nuestra razón nos sea devuelta para que podamos bendecir al Dios Altísimo, alabar y glorificar al que vive para siempre. Él tiene dominio. Él reina eternamente. Un día toda rodilla se doblará, toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor. Los que le traspasaron y todos los linajes de la tierra harán lamentación por Él. Pero Dios quiere que tú y yo entremos en su reino.   

Más al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. Daniel 4:43-36

Oración

Padre Celestial, pedimos perdón por nuestro orgullo. Señor Jesús, volvemos a confesarte como nuestro Señor, como nuestro Salvador. Espíritu Santo guíanos a toda verdad, Consolador, Ayudador. Cambien nuestros corazones por completo. Reinan en los cielos. Reinan también en la tierra. Reinen en nuestros corazones. En el Nombre de Jesús. Amén.

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Categories: Devocional

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