En la Biblia se mencionan muchos lugares en donde Jesús visitó a su pueblo, inclusive narra encuentros con personas específicas, pero también menciona lugares donde Él habitó, y las personas iban al encuentro con Él. Esto nos indica qué hay dos formas de que Dios tenga contacto con nosotros,  Él nos visita o podemos ir donde Él habita.  Ambos son puntos de encuentro, pero tienen gran diferencia.

Cuando recibimos una visita en nuestra casa solemos prepararnos, y en esa preparación siempre una de las recámaras se convierte en víctima, porque queda llena de todas esas cosas mal ubicadas las cuales no queremos que se vean desordenadas, por lo tanto a simple vista puede existir un “orden” sin embargo nosotros sabemos que no es tan perfecto como se pueda ver.

 Cuando recibimos una visita que se quedará por varios días, el tema cambia, ya el orden mejora un poco, pero igual actuamos de manera cordial, ponemos la atención como marco de referencia para que la visita se sienta cómoda y pueda disfrutar de la estadía.

Pero cuando hablamos de habitar, las condiciones cambian totalmente, aquí el tiempo se encarga de revelar quienes somos realmente, qué nos gusta y qué no nos gusta. Y para poder llevar una buena convivencia, entra el Diálogo de manera continua y se vuelve necesaria una buena actitud y muchas otras cosas que ya sabemos que son necesarias para que la convivencia sea perfecta.

Si yo preguntara a quién le gustaría que Dios habitara en su vida, de seguro todos estaríamos dispuestos a decir que sí, incluso si haríamos esta pregunta en la iglesia causaría muchos aplausos, muchos amén y un conjunto de emociones, porque siendo realista, que Dios, ese ser tan inmenso, quiera vivir en mi… valla, no es cualquiera cosa.

Lo gracioso de esto es que cuando aceptamos a Jesús como Señor y Salvador, unas de las cosas que decimos es “te invito a que entres en mi corazón (refiriéndose a éste como centro de nuestras vidas), te entrego todo lo que soy y te entrego mi vida, para que Tú seas dueño de ella. 

Desde ese preciso momento, Jesús ya entró a nuestra habitación, y estoy seguro que la mayoría no somos consciente de esto, así que yo me imagino a Jesús entrando en un Caos, algunas cosas visibles, otras las cuales Él sabe que están escondidas y otras que posiblemente nosotros habíamos extraviado y olvidado pero Él si conoce dónde están.

Esto me recordó la historia de Zaqueo, aquel personaje que no era muy correcto nada, pero un día era tan grande su interés por ver a Jesús, que Jesús lo premia con una a visita en su Casa, definitivamente Jesús le dio más de lo que él pedía, y en realidad Jesús siempre es así, nos dará más de lo que pedimos en su voluntad (Lucas 19:1-10)

Jesús quiere habitar en nosotros, y a Él no le importa cómo está tu habitación, porque Él quiere entrar a limpiar y ordenarla juntamente con nosotros, Él hará de nuestras vidas el lugar perfecto para que el Padre pueda habitar, por eso dice en su palabra:

“Jesús le contestó: —Si alguien me ama, también me obedece. Dios mi Padre lo amará, y vendremos a vivir con Él.” – Juan 14:23 TLA

Así que si amas a Dios toma tu escoba y esta pendiente, él te dirá qué hacer, porque Él habita contigo.

Dios te bendiga.

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