Filipenses 3:13-14
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Pablo en la carta a Filipenses mencionaba algo muy importante dejar y olvidar lo que quedó atrás. Esto es uno de los pasos más difícil, pero nuestra mirada debe estar fijada en Cristo Jesús.
\”Jesús es el médico por excelencia que trae sanidad al corazón”
Nuestro corazón es lo más preciado, tan importante que Dios dice que escribiésemos en nuestros corazones los mandamientos que nos ha dejado. Humanamente cada persona que siente algún problema del corazón inmediatamente agenda con un cardiólogo para ser examinado, pero en este caso no hablemos de una sanidad física del corazón sino de lo que entorna a sentimientos.
El salmista decía “Examíname, oh, Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos” (Salmos 139:23) y esto era por una razón nosotros al sentirnos físicamente mal agendamos con el doctor, pero cuando se trata de esto generalmente se nos hace difícil reconocer que nuestro corazón está enfermo. David tenía algo peculiar y era que tenía un corazón conforme al corazón de Dios. Dentro de una prédica, el joven que exhortaba la palabra contó lo siguiente “Cuando te dan un obsequio, ese obsequio puede que no sea lo que estabas esperando o tal como lo hubieses comprado, pero es algo que, si te gusta y lo recibes, lo mismo sucede cuando presentamos nuestro corazón, no es igual al corazón de Dios, pero si podemos tener un corazón conforme a su corazón como lo tuvo David”
“El perdonar nos hace ser más como Jesús”
Las amarguras, el rencor hacia una persona, el no me la trago, o no me la paso, esa persona que Dios me perdone, pero no me cae, todo eso involucran cadenas y contaminación al corazón.
Jesús quiere limpiar, llenar el vacío de nuestro corazón, traer libertad a los oprimidos y un paso a la meta es permitir que sane nuestro corazón, dejando el pasado atrás. Sé que no es lo mismo perdonar la deuda económica a una persona, que perdonar a alguien que ha causado mucho dolor a tu vida, pero te quiero decir que no permitas que el dolor te aleje del experimentar el amor supremo de Dios. Cada proceso en nuestras vidas nos forja a un carácter más semejante a Jesús, sobre todo el proceso de perdonar a quienes nos han lastimado.
Recuerda sin merecerlo el nos perdono y nos amo desde el principio.
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