Un acuerdo es un trato entre dos o más personas, dentro de los acuerdos siempre hay dos partes, la de cumplir y la de obtener un beneficio.

En la biblia encontramos muchas promesas de parte de Dios que usamos a menudo y la hacemos nuestra, pero resulta que, así como en los negocios debemos cumplir la otra parte para recibir el beneficio.

Por ejemplo:

El ángel del Señor acampa en derredor de los que le temen, y los libra (Sal 34:7). En este versículo el Señor nos promete protección, la parte que debemos cumplir es temer a Dios. El temer a Dios no es de algo terrible, el temor que aquí respecta es el guardar su palabra.

Porque sol y escudo es el Señor Dios; gracia y gloria dará el Señor. No privará del bien a los que andan en integridad. Oh, Señor de los Ejércitos, ¡bienaventurado el hombre que confía en ti! (Sal 84:11-12).
Es otra promesa de parte del Señor, al igual que en la anterior, debemos cumplir con una parte, esta es ser íntegros y confiar en Él.

Pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas; levantarán las alas como águilas. Correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán (Is 40:31). Cuántos no hemos orado de esta manera “Señor renueva mis fuerzas”, su palabra dice que si esperamos en Él nuestras fuerzas serán renovadas.

Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas (Mt 6:33). Queremos que el Señor nos llene de bendiciones, de añadiduras, pero no queremos buscarle primeramente a Él.

Así como estos versículos citados hay muchos más que siempre utilizamos y es importante conocer su palabra para que cuando oremos también podamos orar con propiedad, pero aseguremos cumplir con la otra parte, no es solo pedir.

Recordemos que Dios es un Dios de promesas, Él siempre cumple. No importa cuánto tiempo pase, si Dios te dio una palabra, confía que Él lo cumplirá, no desmayes, así te hayas apartado de Él, vuelve el quiere bendecirte solo debes venir con un corazón contrito y humillado.

Porque así ha dicho el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en las alturas y en santidad; pero estoy con el de espíritu contrito y humillado, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los oprimidos (Is 57:15).

Dios te bendiga.

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