Del libro de los Salmos en la Biblia, podremos encontrar un sin fin de oraciones hechas por el Rey David, de antes y durante su reinado, y en muchos de estos podremos ver la humildad de David al reconocer que sólo Dios era poderoso para cambiar cualquier situación o reconociendo quien era Dios sin importar lo que podía ofrecerle.

El Salmo 17 muestra a un hombre, que está pasando alguna situación de injusticia, y reconoce que sólo Dios puede hacerle justicia, lo hermoso es cómo el inicia su conversión con Dios: “Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor. Escucha mi oración hecha de labios sin engaño.” – Salmos 17:1

“De tu presencia proceda mi vindicación; Vean tus ojos la rectitud.”
Salmos 17:2

Vindicar es defender en favor de alguien contra una acusación o calumnia. Vindicar es sinónimo de vengar, defender, reclamar o recuperar.

David está pidiéndole a Dios que lo defienda de las calumnias y que vengue su causa, y está siendo sincero, ¿quién de nosotros, puede tener tal claridad en lo que somos para acercarnos a Dios y decirle: “Escucha mi oración hecha de labios sin engaño.”

Esto nos hace analizar ¿cómo están nuestros caminos, que tan verdaderos y transparentes somos delante de Dios…?

Pero ahí no termina, la muestra de su seguridad y confianza son excepcionales “Yo te he invocado, por cuanto tú me oirás, oh Dios; Inclina a mí tu oído, escucha mi palabra.” – Salmos 17:6

Estas son las 2 pequeñas características que debemos tener presente al acercarnos a Dios:

1. Labios sin engaño (ser sinceros y decir la verdad siempre ante él)
2. Confiar que nos escucha.

Intentémoslo diariamente y podremos empezar a conocer al Dios que es rico en misericordia, que hace justicia y que sorprende a todo el que confía en Él.

Que el Dios de la Justicia te abrase hoy ♥️
L.A

 

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