Las revistas de moda nos dicen lo que es la \”belleza\”. Los presentadores de las noticias nos dicen a qué enfermedades o personas debemos temer, y los blogueros nos dan un millón de razones por las que artículos comunes del hogar pueden ser nuestra perdición.

»Sus ídolos no pueden hablar; ¡parecen espantapájaros en un campo sembrado de melones! Tienen que ser transportados, porque no pueden caminar. No les tengan miedo, que ningún mal pueden hacerles, pero tampoco ningún bien». – Jeremías 10:5

Cada semana hay algo nuevo. Nos sentimos cada vez más frustrados cuando intentamos y fracasamos en el cumplimiento de unos ideales que, para empezar, eran inalcanzables. Los estándares cambiantes de la sociedad son los ídolos que muchos de nosotros adoramos. No pueden hacer ningún mal ni ningún bien.

Los ídolos tienen poder porque nosotros les damos poder. Dios tiene poder porque es poderoso.

¡No hay nadie como tú, Señor! ¡Grande eres tú, y grande y poderoso es tu nombre! ¿Quién no te temerá, Rey de las naciones?  ¡Es lo que te corresponde!
Entre todos los sabios de las naciones, y entre todos los reinos, no hay nadie como tú. Todos son necios e insensatos, educados por inútiles ídolos de palo. De Tarsis se trae plata laminada, y de Ufaz se importa oro. Los ídolos, vestidos de púrpura y carmesí, son obra de artífices y orfebres; ¡todos ellos son obra de artesanos! Pero el Señor es el Dios verdadero, el Dios viviente, el Rey eterno.
Cuando se enoja, tiembla la tierra; las naciones no pueden soportar su ira.
– Jeremías 10:6-10

En estos versículos se describen varias características de quién es Dios. Dios es grande. Es poderoso en poder. Es único en su género. Él hizo todo. Y las naciones no pueden soportar su ira. Es fácil sentirse abrumado y temeroso de un Dios con esa clase de poder. En cambio, Dios nos dice que dejemos que nuestro miedo nos lleve a buscarlo a Él primero.

Dios es poderoso, pero también es bueno. No utiliza su poder para aplastarnos, sino para corregirnos. Dios no tenía que darle a Israel tantas oportunidades para cambiar. Lo hizo porque ama a su pueblo y no ejerce su poder sin cuidado.

Pasamos mucho tiempo adorando y temiendo las cosas que hemos creado cuando hay un Dios más grande que cualquier cosa en esta tierra que quiere lo mejor para nosotros. La capacidad de Dios para dirigir nuestras vidas es infinitamente mejor que la nuestra o la del mundo que nos rodea. La decisión a la que nos enfrentamos es la misma que Jeremías planteó a Israel: ¿A quién vamos a escuchar?

Te invito a leer Jeremías 10.

Bendiciones.

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