Cuando pensamos en heredar algo, solemos pensar en dinero, tierras o propiedades, cosas que podemos ver y tocar.

Pero también tenemos la tendencia a heredar los hábitos de nuestros padres y a atribuirnos el mérito de sus logros. Si nuestros padres trabajaron duro y son fieles a Dios, entonces podemos sentirnos orgullosos de su duro trabajo. Podríamos considerarnos piadosos o, al menos, buenas personas sobre la base de la relación de nuestros padres con Dios.

Después de un tiempo, nos damos cuenta de que vamos a la iglesia por costumbre y no como respuesta a nuestra propia relación con Dios. Nuestros padres pueden poner unos cimientos firmes para nosotros, pero en última instancia nos corresponde a nosotros coger las herramientas y elegir construir algo.

En Jeremías 22, nos encontramos con el hijo del rey Josías, el rey Joacim . El rey Josías era un rey piadoso. Tomó en serio su llamado como líder del pueblo de Dios y trató de transmitir esa sabiduría a su hijo Joacim .

Yo te hablé cuando te iba bien, pero tú dijiste: “¡No escucharé!” Así te has comportado desde tu juventud: ¡nunca me has obedecido!
– Jeremías 22:21

El rey Joacim sólo estaba interesado en las riquezas materiales que le proporcionaba ser el heredero del trono. Fue infiel a Dios y tuvo un carácter débil a pesar de tener todo entregado en bandeja de plata, incluyendo el acceso a una base firme de sabiduría para empezar a construir una relación con Dios.

Llega un momento en que debemos decidir por nosotros mismos si seguimos a Jesús. Nadie puede tomar esa decisión por nosotros. Sólo cuando hagamos lo que es correcto y justo ante Dios podremos estar seguros de construir algo que realmente valga la pena y sea eterno.

»¡Ay del que edifica su casa y sus habitaciones superiores violentando la justicia y el derecho! ¡Ay del que obliga a su prójimo a trabajar de balde, y no le paga por su trabajo! ¡Ay del que dice: “Me edificaré una casa señorial, con habitaciones amplias en el piso superior”! Y le abre grandes ventanas, y la recubre de cedro y la pinta de rojo. »¿Acaso eres rey solo por acaparar mucho cedro? Tu padre no solo comía y bebía, sino que practicaba el derecho y la justicia, y por eso le fue bien. Defendía la causa del pobre y del necesitado, y por eso le fue bien. ¿Acaso no es esto conocerme? —afirma el SEÑOR—. »Pero tus ojos y tu corazón solo buscan ganancias deshonestas, solo buscan derramar sangre inocente y practicar la opresión y la violencia».
– Jeremías 22:13-17

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