Todos nos enfrentamos a problemas y pruebas de muchos tipos. Las razones no siempre están claras, y a menudo parecen injustas. Cuando llegan las dificultades, puede ser fácil caer en el enfurruñamiento y preguntarse: \”¿Por qué a mí?\”.
Unos 600 años antes de que naciera Jesús, muchos israelitas fueron llevados de Jerusalén a Babilonia como esclavos. Se trataba de personas respetuosas con la ley y que contribuían a la sociedad. Aunque fue el rey Nabucodonosor quien se los llevó, fue Dios quien dijo: \”Yo los envié\”. Aunque Dios estaba detrás de su exilio a la esclavitud, le dijo a Jeremías que este exilio era por el bien de Israel para salvar sus vidas.
Entonces el Señor me dio este mensaje: «Esto dice el Señor, Dios de Israel: los higos buenos representan a los desterrados que yo envié de Judá a la tierra de los babilonios. Velaré por ellos, los cuidaré y los traeré de regreso a este lugar. Los edificaré y no los derribaré. Los plantaré y no los desarraigaré. Les daré un corazón que me reconozca como el Señor. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, porque se volverán a mí de todo corazón. -Jeremías 24:4-7
Los israelitas exiliados sintieron que Dios los había abandonado y muchos asumieron que nunca volverían a casa, pero Dios dijo: \”Velaré por ellos, los cuidaré y los traeré de regreso a este lugar.\” Estaban devastados, pero Dios dijo: \”Los edificaré y no los derribaré\”. Se sintieron desarraigados, pero Dios dijo: \”os plantaré y no los desarraigaré\”. Sus corazones estaban agobiados, pero Dios dijo: \”Les daré un corazón que me reconozca como el Señor\”. La esperanza podía parecer lejana, pero Dios dijo: \”Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, porque se volverán a mí de todo corazón.\”
Si pudiéramos mirar nuestros sufrimientos a través de los ojos de Dios, veríamos una cosa asombrosa: cada momento difícil es una oportunidad para experimentar la fidelidad de Dios de una manera nueva. Pasamos por lo que pasamos para poder desarrollar la perseverancia. La perseverancia nos llevará al carácter. El carácter llevará a la esperanza, y la esperanza nunca decepciona.
También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación. Y esa esperanza no acabará en desilusión. Pues sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestro corazón con su amor. – Romanos 5:3-5
Cuando vemos nuestras pruebas como una oportunidad para crecer más cerca de Jesús, nuestro dolor ya no parece inútil.
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