Con demasiada frecuencia, adoptamos la misma actitud ante el pecado que las celebridades adoptan para pasar desapercibidos. En nuestro deseo de hacer lo que queremos, de ser nuestros propios dioses, nos ponemos las gafas de sol y fingimos que nadie nos mira.

Pero en el fondo, todos sabemos que esto es majadería. No podemos escondernos de Dios, y ningún disfraz impide que Dios nos vea como realmente somos.

Dios mira desde los cielos a toda la raza humana; observa para ver si hay alguien realmente sabio, si alguien busca a Dios. – Salmo 53:2-3

Todos nacemos corruptos y llenos de pecado. La idea de que Dios vea cada acción y conozca cada pensamiento nos asusta porque sabemos que no somos buenos. Nadie lo es.

Dios, siendo santo y justo, no puede permitir que el pecado quede impune. Pero Dios también es misericordioso y amoroso, y porque es todas estas cosas – santo, justo, misericordioso y perdonador – hizo un camino para que evitáramos el castigo que merecemos. Envió a su hijo, Jesús, para que recibiera el castigo que merecíamos.

 Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción, pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó.
– Romanos 3:22-24

Pretender que no existe Dios no hará que sea cierto y no hará que su juicio desaparezca. Por eso el Salmo 53 llama necios  a los que rechazan a Dios, el único que puede salvarlos.

La única diferencia entre el necio y el cristiano es el perdón que recibimos cuando ponemos nuestra fe en Jesús. No somos mejores ni más inteligentes. Simplemente somos perdonados. Recordar eso nos hace humildes y nos mueve a orar, tal como lo hizo David, para que otros vengan a conocer a Jesús y reciban su perdón mientras puedan.

¿Será posible que nunca aprendan los que hacen el mal? Devoran a mi pueblo como si fuera pan y ni siquiera piensan en orar a Dios. – Salmo 53:4

¿Ha habido algún momento en el que hayas pedido perdón a Jesús y hayas iniciado una relación con Él? Si no es así, ¡puedes hacerlo hoy!

Si tu respuesta es ≪sí≫, entonces puedes hacer una sencilla oración, como la siguiente:

«Jesús, me arrepiento de mis pecados y quiero que vengas a mi vida. Quiero que me hagas una nueva persona y me ayudes a enfrentar las situaciones que vendrán. En el nombre de Jesús, amén.»

Author

Categories: Devocional

0 Comments

Leave a Reply

Avatar placeholder

Your email address will not be published. Required fields are marked *