Recordar mi sufrimiento y no tener hogar es tan amargo que no encuentro palabras. Siempre tengo presente este terrible tiempo mientras me lamento por mi pérdida.
Lamentaciones 3: 19-26

Todos hemos visto un partido en el que el resultado parecía inevitable. Un equipo está perdiendo tanto que haría falta un milagro para ganar. Pero de repente ocurre un cambio de juego: la jugada que nadie esperaba cambia el rumbo y le da al equipo perdedor una renovada sensación de esperanza.

Esa jugada en ese juego no solo nos da esperanza para ese día, sino que cambia nuestra actitud hacia cada juego que sigue. La próxima vez que nuestro equipo esté luchando por regresar, recordamos ese momento que cambió el juego y nos recordamos que todavía hay esperanza.

No obstante, aún me atrevo a tener esperanza cuando recuerdo lo siguiente: ¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana.
– Lamentaciones 3:21-23

Para los cristianos, la salvación cambia las reglas del juego. No importa lo que nos suceda, siempre podemos mirar hacia atrás al momento en que le pedimos a Jesús que ingresara en nuestras vidas y tener la esperanza de saber que Él nos salvó en ese momento y vendrá por nosotros nuevamente.

Me digo: «El Señor es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en él!».
– Lamentaciones 3:24

Ninguna circunstancia es demasiado difícil de manejar para Dios. No hay nada que hayamos hecho mal que Él no pueda corregir. Cuando recordamos la fidelidad pasada de Dios, podemos estar seguros de su provisión futura.

El Señor es bueno con los que dependen de él, con aquellos que lo buscan. Por eso es bueno esperar en silencio la salvación que proviene del Señor. – Lamentaciones 3:25-26

Como el escritor de Lamentaciones, podemos mirar hacia atrás a todo lo que Dios ha hecho por nosotros en el pasado y tener la esperanza de saber que Dios no se rendirá con nosotros ahora. “¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! … ”(Lamentaciones 3: 22)



Jesús, gracias por cumplir tus promesas. Porque has sido fiel en el pasado, puedo confiarte mi futuro.


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