Salmo 16:5
“Tú Señor, eres mi copa y mi herencia; tú eres quien me sostiene”

La mejor herencia que podemos tener es comunión con el Señor, y David estaba consciente de eso y se deleitaba en la presencia del Señor. El estar en la presencia del Señor nos trae paz, plenitud de gozo, vivir confiado.

Nuestra herencia es Jesús. A menudo hemos puesto la mirada en las cosas materiales, ya que soñamos en los tesoros que están en los cielos y confundimos tales añadiduras como si estas cosas fueran la herencia, cuando en realidad la verdadera herencia es Jesús.

Te imaginas verle cara a cara, estar de rodillas ante Él, aquel que hizo tanto por ti, que dio la vida por ti, aquel que envió su Espíritu Santo para que pudieses estar en ese momento de rodillas ante Él, creo que, aunque veamos calles de oro, mar de cristal, una corona, un banquete, nada se comparará con verle cara a cara.

No encuentro palabras para describir lo hermoso que será verle cara, solo nos queda cuidar lo que a nuestras manos se nos ha dado, la salvación para que un día podamos verle y regocijarnos juntamente con Él.

Vuelve al primer amor, tu herencia es Jesús, continua, esfuérzate y se valiente, falta poco para ese momento, ya Cristo viene por su iglesia, por los que le aman, por los que ha perseverado hasta el fin, por los que le creyeron y le recibieron.

Comparte esta herencia, porque es hermosa la heredad que se nos ha dado.

Cristo te ama, no hay mejor herencia que Él, Dios te bendiga.

¡Saludos!

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