La vida es lo suficientemente desafiante. Entonces alguien nos dice que no somos, no podemos o no debemos, y nos encontramos creyendo que nuestras limitaciones son mayores de lo que realmente son.

El Señor me dio el siguiente mensaje:
 —Te conocía aun antes de haberte formado en el vientre de tu madre; antes de que nacieras, te aparté y te nombré mi profeta a las naciones.
—Oh Señor Soberano—respondí—. ¡No puedo hablar por ti! ¡Soy demasiado joven!
– Jeremías 1:4-6

Jeremías recibió la \”palabra del Señor\” sobre un gran plan para su vida. Piensa como Jeremías por un momento: \”¿Quién, yo? Pero Dios, no puedo, no lo he hecho antes, no estoy preparado, soy débil\”. Este tipo de pensamiento nos hace esquivar las bendiciones de Dios y su poder. En lugar de centrarnos en Dios, nos centramos en nosotros mismos. \”Pero Dios, mírame\” – como si de alguna manera fuera una sorpresa para Dios.

Dios no nos condena porque no hayamos alcanzado alcanzado un objetivo, ni que no hayamos sido probados por el tiempo, ni nos hayamos convertido en expertos. Por el contrario, Dios toma a los novatos asustados e inexpertos y se muestra personal y poderosamente en sus vidas. Él transforma a las personas ordinarias en hombres y mujeres de fe extraordinarios, paso a paso.

—No digas: “Soy demasiado joven”—me contestó el Señor—, porque debes ir dondequiera que te mande y decir todo lo que te diga. No le tengas miedo a la gente, porque estaré contigo y te protegeré. ¡Yo, el Señor, he hablado!
– Jeremías 1:7-8

Jeremías dijo que no \”sabía hablar\” y que era \”demasiado joven\”. Dios le dijo a Jeremías que no se preocupara porque tendría el poder de la Palabra de Dios.

Jeremías estaba estresado por haber sido llamado a hablar por Dios, y nosotros también lo estaríamos. Pero Dios sabe lo que está haciendo y cómo hacerlo. Cuando Dios te llama a algo que todavía no puedes ver en ti mismo, ve con ello. Cree en el Dios que te hizo y no en las voces que te rodean.

Jeremías, desde su comienzo era una personaje preocupada de sí mismo, pero se convirtió en una pieza clave en el movimiento de Dios a través de la historia con su pueblo. Dios puede hacer lo mismo con cualquiera y con todos. Dios puede hacer lo mismo contigo.

¿Qué debilidad está nublando tu capacidad de ver, confiar y recibir la fuerza de Dios?

 

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