Algunos de nosotros crecimos en una iglesia desinfectada. Nos poníamos corbatas o vestidos, poníamos cara de felicidad y fingíamos que todo era perfecto durante una o dos horas. Nos enseñaron que la iglesia no era un lugar para nuestros líos, y la mayoría de nosotros esperaba que los demás dejaran sus líos en casa también.

El resultado era un grupo de personas que no podían o no querían abordar el pecado en las vidas de los demás. El miedo a pisar los pies de alguien robó el poder que un grupo de creyentes está diseñado para tener.

Amados hermanos, si otro creyente está dominado por algún pecado, ustedes, que son espirituales, deberían ayudarlo a volver al camino recto con ternura y humildad. Y tengan mucho cuidado de no caer ustedes en la misma tentación. – Gálatas 6:1

A veces, necesitamos que nos digan con amor pero sin rodeos que nuestro pecado no es aceptable. Eso es lo que Dios le dijo a Jeremías en Jeremías 2. El pueblo de Dios había olvidado quiénes eran y lo que Él había hecho por ellos. Al igual que nosotros, se apresuraron a correr hacia las comodidades de sus antiguas vidas. Se volvieron a los ídolos como nosotros volvemos a la envidia, la adicción o el resentimiento. Dios se toma en serio el pecado y nos ordena que nos desafiemos unos a otros cuando el pecado aparece.

De la misma manera que un padre amoroso corrige el comportamiento infantil y un buen amigo nos dice que estamos siendo extraños, Dios habla a través de su Palabra y de su pueblo cuando lo que estamos haciendo no se alinea con lo que somos. Esta corrección puede no sentirse bien en el momento, pero al final es para nuestro bien.

 Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella. – Hebreos 12:11

 

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1 Comment

Victor · September 10, 2021 at 1:37 pm

Gracias…. Lo necesitaba ❣️

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