– Apocalipsis 3:20
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

¿Qué resuena en nuestra mente cuando hablamos de oír la voz de Dios?

Pues muchas veces esperamos que sea de forma audible, como cuando alguna persona nos dialoga…

Pero en este versículo, más que hablar de esta forma es una invitación, donde nos esta dando indicaciones, y a la vez enfocando el privilegio de oír su voz.

Oír la voz de Dios se refiere a estar atento(a) a sus palabras, q lo qué dicen las Sagradas Escrituras, y no sólo eso, si no a obedecerla, pues hay privilegios para quienes lo hacen.

No solo nos pide qué abramos la puerta, sino qué oigamos su voz, es decir, qué nos afirmemos en su verdad, que creamos en que el ha de cumplir sus promesas y nos enfoquemos en hacer su voluntad.

El nos dice que si somos sus ovejas le oiremos y seguiremos, que si oímos su voz, no endurezcamos en corazón, por eso, es importante que prestemos atención a sus palabras, cada vez que alguien recita un pasaje Biblico, predica, enseña, la palabra de Dios es él mismo hablando, para que podamos gozar del privilegio de cenar con el y que viva en nosotros, oír la voz de Dios implica, tener esa disposición de dejarse moldear por el, tener una relación intima con el, escudriñar su palabra y estar bien definido en cuanto a identidad de sus hijos.

Por eso hoy en el nombre de Jesucristo levántate creyendo a el, si en tal caso sucede algo que te desanima, mantente creyendo y guardándote, porque así muestras que oyes su voz, y el te recompensará.

Ten en cuenta que si no endureces tu corazón sea cual sea la palabra que el tenga para ti, Dios te dará recompensa.

Dios te bendiga.

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