Hoy te invito a leer Salmo 103.

Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre.
Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.
– Salmos 103:1-2

Cuando la vida se vuelve ajetreada o estresante, ciertas rutinas pueden quedar en el camino. Tal vez no comas tan bien o no limpies la casa tanto como desearías. Tal vez empiezas a sacrificar lo importante por lo urgente, saltándote el tiempo con Dios para que los niños no lleguen tarde a la escuela, por el trabajo, universidad, etc.

Cuando la vida es caótica y no escuchamos la voz de Dios con tanta claridad, una de las mejores cosas que podemos hacer es recordarnos lo que ya sabemos que es verdad.

Eso es lo que hace David en el Salmo 103. Se recuerda a sí mismo que debe alabar a Dios. Reflexiona sobre el carácter de Dios y luego comienza a recordar lo que Dios ya ha hecho por su pueblo.

El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos. Dio a conocer sus caminos a Moisés; reveló sus obras al pueblo de Israel.
– Salmos 103:6-7

Cuando nuestro corazón está cargado, no siempre alabar al Señor no es algo que nace naturalmente, pero al relatar la majestad y las maravillas de Dios, nuestras fuerzas se renuevan.

A veces, la alabanza fluye naturalmente de nuestro corazón. Otras veces, la alabanza enfoca nuestro corazón en lo que es real, más que en lo que sentimos. Como David, encontraremos sin importar cómo comencemos, una vez que comencemos a alabar a Dios, más encontramos por qué alabarlo.

El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno. Pero el amor del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos, con los que cumplen su pacto y se acuerdan de sus preceptos para ponerlos por obra. El Señor ha establecido su trono en el cielo; su reinado domina sobre todos.
– Salmo 103: 15-19

Y cuanto más reflexionamos sobre lo grande que es Dios, más confianza tomamos en nuestro día.

Cuando llegamos tarde al trabajo y todavía tienes que llevar a los niños a la escuela, ir a la universidad, trabajo, puedes alabar a Dios por la oportunidad de trabajar y por todo lo que ha proveído. Cuando los niños se comporten mal o como locos, pudemos aprovechar y alabar a Dios por el privilegio de ser padre/madre y por su ejemplo de cómo amar bien a los niños y a los demás. Cuando llega el sufrimiento, podemos alabar a Dios por la promesa de la eternidad y la esperanza que tenemos de saber que este mundo no es todo lo que hay.

Nunca habrá un día en el que no tengamos nada por lo que alabar a Dios porque es el digno de ser alabado. Así que, pase lo que pase en nuestro día a día, alabemos al Señor.

Te invito a tomar cinco minutos escuchar la canción al final del devocional y piense en cuántas razones puede encontrar para agradecer a Dios.

Repite conmigo: ¨Jesús tu presencia es el consuelo de mi alma.\”

¡Alaba, alma mía, al Señor!

David termina el Salmo de la misma manera en que lo comenzó, con un llamado a su alma para bendecir a Dios, dándole el honor y la alabanza que merece. Después de las muchas razones dadas en el Salmo 103, David tiene más razones para bendecir a Dios al final del Salmo.

Bendiciones!

https://www.youtube.com/watch?v=4yuQCp6veu8https://www.youtube.com/watch?v=1ouhG6iPhxI

Author

Categories: Devocional

0 Comments

Leave a Reply

Avatar placeholder

Your email address will not be published. Required fields are marked *