Lo que quieres está tan cerca que casi crees que si cierras los ojos y extiendes la mano, podrás tocarlo.

O tal vez, lo que tu corazón desea está en tus manos. Pero, se te escapa. Puedes sentirlo, así que reaccionas, intentando todo lo que puedes para mantener eso contigo, para evitar su inevitable caída.

En estos momentos, nuestra naturaleza humana pecaminosa toma el control, y fallamos. A menudo.

Al igual que Saúl, pensamos que tenemos la capacidad de arreglar el problema por nosotros mismos. Saúl podía ver que la batalla se escapaba con cada soldado que huía.

Algunos cruzaron el río Jordán y escaparon a la tierra de Gad y de Galaad. Mientras tanto, Saúl se quedó en Gilgal, y sus hombres temblaban de miedo. Durante siete días Saúl esperó allí, según las instrucciones de Samuel pero aun así Samuel no llegaba. Saúl se dio cuenta de que sus tropas habían comenzado a desertar – 1 Samuel 13:7-8

En ese momento, todas las piezas estaban allí: el tiempo señalado por el sumo sacerdote Samuel, la batalla, el holocausto y la ofrenda de comunión. Sólo faltaba una cosa: Dios.

De modo que ordenó: «¡Tráiganme la ofrenda quemada y las ofrendas de paz!». Y Saúl mismo sacrificó la ofrenda quemada. – 1 Samuel 13:9

Saúl toma una decisión. Decide no esperar a Samuel -como se le había ordenado- y ofrecer él mismo el holocausto y la ofrenda de confraternidad.

Nuestras decisiones tienen consecuencias, y a menudo quedamos despojados, una parte de lo que una vez fuimos.

—¡Qué tontería!—exclamó Samuel—. No obedeciste al mandato que te dio el Señor tu Dios. Si lo hubieras obedecido, el Señor habría establecido tu reinado sobre Israel para siempre. 14 Pero ahora tu reino tiene que terminar, porque el Señor ha buscado a un hombre conforme a su propio corazón. El Señor ya lo ha nombrado para ser líder de su pueblo, porque tú no obedeciste el mandato del Señor. – 1 Samuel 13:13-15

Afortunadamente, tenemos la Biblia para guiarnos en estos momentos antes de tener que tomar una decisión. El Salmos 130:5 nos muestra cómo proceder en momentos como el que experimentó Saúl: esperar. \”Yo cuento con el Señor; sí, cuento con él. En su palabra he puesto mi esperanza.\”.

No olvides que debemos aguardar: en la esperanza.

Mientras que las cosas pueden parecer escaparse de nuestras manos, están firmemente en las manos del Señor.

La esperanza. Mientras que las cosas pueden estar aparentemente resbalando de nuestras manos, están firmemente en las manos del Señor. El Salmos 33:20 dice: \”Esperamos al Señor; él es nuestra ayuda y nuestro escudo\”.

La próxima vez que nos encontremos en un momento de prueba, no seamos como Saúl. Tomemos un minuto, respiremos y concentrémonos en el Señor. Recordemos sus promesas y acciones pasadas, y esperemos. Él se reunirá con nosotros.

Pon tu esperanza en el Señor y marcha con paso firme por su camino. Él te honrará al darte la tierra y verás destruidos a los perversos. – Salmos 37:34

Para tener más motivación en cuanto a la espera en la esperanza, te invito a leer el Salmos 62.

Bendiciones.

 

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