HERIDAS PROFUNDAS, DARDOS EN EL CORAZÓN

Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Marcos 11:25

A lo largo de nuestra vida nos hemos encontrado con personas que de cierta manera han dejado heridas profundas en nuestros corazones y no solo heridas, en muchas ocasiones los dardos lanzados aún permanecen.

El Señor Jesús nos dice que perdonemos para que también nuestro Padre que está en los cielos perdonen nuestras ofensas (Mateo 18:35).

Hay heridas que se convierten en amarguras y tratar de caminar, avanzar con ellas es tratar de caminar con 1,000 toneladas atadas a un pie y otras 10,000 en el otro. Este domingo escuchaba el mensaje del Apóstol Cecilio Cigarruista y una frase que él dijo fue “La única manera de avanzar es cortar con el pasado y tener una meta fija, la meta es ser como Jesús”.

En la palabra de Dios nos muestra que Jesús murió para el perdón de nuestros pecados, nos limpia, nos da libertad y aunque le fallamos aun así Él nos recibe con brazos de amor. En una ocasión alguien le preguntó ¿Señor cuántas veces debo perdonar a mi hermano y Él le dijo 70 veces 7? (Mateo 18:21-22), esto no significa que sea una cantidad fija, Jesús le estaba diciendo que no importa cuántas veces nos lastimen debemos perdonar.

Te imaginas que 70 veces 7 fuera la cantidad fija, si fuese así ya a estas alturas nadie merecería el perdón de Dios, me incluyo en esto, pero a pesar de que le fallamos Él nos perdona.

Si guardamos rencor en nuestros corazones estamos haciendo un paso atrás de lo que en verdad significa la libertad, pues la libertad trae gozo, paz, alegría y la falta del perdón nos hace presos de la amargura. La falta de perdón no nos permite ver el amor de Jesús, la falta de perdón también nos ciega.

Acostumbramos a decir que el tiempo lo cura todo, pero esto es una gran mentira, cuanto más tardamos en decidir si perdonamos, así mismo como pasa el tiempo más cadenas de amarguras recogemos en el camino. También es cierto que nos cuesta perdonar en para no herir nuestro orgullo y en muchas ocasiones ese orgullo nos aleja de Dios.

La realidad de todo esto es que, aunque Jesús nos está brindando la libertad, no podemos ser verdaderamente libres si aún no estamos dispuestos a perdonar. Perdonar no es algo que esperas a que suceda, perdonar es una decisión, es una elección que está en nuestras manos.

Quien verdaderamente nos puede hacer libres es Jesús y si nos cuesta perdonar pongamos esto en manos de Dios, no diciendo Dios se encarga, sino que cada día en oración le presentemos esto al Señor hasta que verdaderamente esos dardos sean quitados y esas heridas profundas desaparezcan para que de esta manera experimentemos verdaderamente la libertad.

En esa oración pidamos al Señor que nos ayude a amar y perdonar como Él lo hace y de esta forma las personas también puedan ver a Jesús en nosotros. Cuando nos presentemos frente a esa persona que nos hirió y podamos decirle te perdono y perdóname porque también fallé podremos decir soy libre en Jesús.

 Puede que esta persona no sienta lo mismo o no lo acepte, pero lo importante es que tu diste el paso y aceptaste la libertad en Jesús.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Mateo 5:7

La palabra “bienaventurado” significa un privilegio, alguien que goza de una felicidad concedida por Dios, una bendición. En pocas palabras son bendecidos, gozosos aquellos que tienen misericordia, que perdonan porque ellos también recibirán  misericordia de parte de Dios.

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