Te invito a leer conmigo Tito 2:1-15.

Los habitantes de las islas de Creta, también conocidos como cretenses, eran conocidos por la mentira, la corrupción, la violencia y otros pecado. Ubicados en el corazón del mar Mediterráneo, los puertos de Creta estaban estratégicamente ubicados para dar servicio a ciudades de toda la región.

Por estas razones, Pablo vio la isla de Creta como un terreno fértil para el evangelio de Jesús, lanzando el mensaje de Cristo a los rincones del mundo conocido. Para lograr esto, envió a su compañero de viaje y mentoreado de confianza, Tito, a la isla.

Tito les mostraría una forma de vida mejor: cómo restaurar el orden en varias iglesias en las casas que estaban siendo engañadas por los líderes locales y cómo la familia podría ser la primera frontera para la evangelización.

Pues la gracia de Dios ya ha sido revelada, la cual trae salvación a todas las personas.
– Tito 2:11

La gracia trae salvación. Usted no sale y “consigue” salvación; ésta llega a usted cuando usted tiene la oportunidad de recibirla.

En nuestro texto de hoy, Pablo instruye a Tito sobre cómo la familia cristiana cretense debe vivir entre sí. Toca todos los grupos demográficos: hombres mayores (v. 2), mujeres mayores (v. 3), mujeres jóvenes (vv. 4-5), hombres jóvenes (vv. 6-8), e incluso trabajadores y sirvientes en el hogar. (vv. 9-10).

En una cultura que rendía homenaje a los ídolos, la deshonestidad y consideraba a César como la deidad, tener una familia que viviera por encima de todo reproche era clave.

Al igual que los de la isla de Creta, muchas personas viven hoy en islas de pecado y quebrantamiento, anhelando un futuro más esperanzador. Si Dios puede transformar la vida de los cretenses para que sean una luz para el mundo mediterráneo, el mensaje del evangelio tiene el poder de transformar a las personas de hoy para que sean una luz para nuestro mundo. Y, cuando la evangelización comienza con la familia, puede tener un impacto que perdurará por generaciones.

Al igual que las familias cristianas cretenses, el mundo te está mirando. ¿Cómo puede tu familia ser más evangelizadora? Comience observando la forma en que se tratan unos a otros. Compare su vida familiar con lo que enseñó aquí el apóstol Pablo.

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