Disfrutas de tu casa, y el carro es bonito, pero los pagos son una carga. Tal vez, hay un préstamo estudiantil y una deuda de tarjeta de crédito añadida a la mezcla. Trabajas duro para estar al frente de las obligaciones, pero los intereses crecen y sientes el peso de la deuda colgando sobre tu cabeza como una gran piedra suspendida por un simple hilo.

Es fácil sentirse así con nuestro pecado también, pero a diferencia de estas obligaciones financieras, cuando Dios nos salva, no hay ninguna forma de pago requerida de nosotros.

Una vez que el Señor nos salvó, no se nos exigió ningún tipo de reembolso.

David canta a Dios por haberle sacado \”del foso de desesperación,   del lodo y del fango.\” (Salmo 40:2). Como David, todos nacimos en el pecado, pero Dios nos rescató de la deuda que conlleva. Envió a su hijo, Jesús, que pagó nuestra deuda de pecado en la cruz y no exige ningún pago a cambio.

¿Por qué haría Dios algo tan extravagante? Por su gloria y por nuestro bien. Jesús pagó nuestra deuda para que pudiéramos tener una relación con Dios.

Oh Señor mi Dios, has realizado muchas maravillas a nuestro favor. Son tantos tus planes para nosotros que resulta imposible enumerarlos. No hay nadie como tú. Si tratara de mencionar todas tus obras maravillosas, no terminaría jamás.   – Salmo 40:5

Dios quiere pasar tiempo con nosotros y mostrarnos su grandeza (Salmo 40:5). El pecado nos separó de Dios, pero cuando ponemos nuestra fe en Jesús esa distancia se elimina. Como David, nos llenamos de esperanza. El cambio es tan significativo que los demás se dan cuenta y empiezan a poner también su confianza en el Señor.

Me dio un canto nuevo para entonar, un himno de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán lo que él hizo y quedarán asombrados; ondrán su confianza en el Señor. – Salmo 40:3

Al igual que no podemos concebir que nos regalen una casa o un coche nuevo, a menudo nos cuesta creer que Dios no exija un pago por este increíble regalo. El hecho es que Jesús pagó nuestra deuda por completo. Nunca podríamos pagarle, ni necesitamos hacerlo.

Lo único que queda por hacer es conocer a este Dios generoso y compartir nuestra historia (testimonio) con los demás.

A todo tu pueblo le conté de tu justicia. No tuve temor de hablar con libertad, como tú bien lo sabes, oh Señor. No oculté en mi corazón las buenas noticias acerca de tu justicia; hablé de tu fidelidad y de tu poder salvador. A todos en la gran asamblea les conté de tu fidelidad y tu amor inagotable.
– Salmo 40:9-10

Al hacerlo, descubrimos al Dios fiel y misericordioso que conoció David. Y, como David, también nosotros nos alegramos de hacer su voluntad.

Me complace hacer tu voluntad, Dios mío, pues tus enseñanzas están escritas en mi corazón». – Salmo 40:8

¿A quién conoces que necesite escuchar las buenas noticias del amor de Dios? Pide a Dios una oportunidad para compartir tu historia con esa persona esta semana.

Author

Categories: Devocional

0 Comments

Leave a Reply

Avatar placeholder

Your email address will not be published. Required fields are marked *