¿Te has encontrado alguna vez en situaciones en las que tienes algo importante que decir pero nadie está dispuesto a escuchar?
Como seguidores de Cristo, todos sentimos el impulso y la responsabilidad de compartir la verdad de Dios, pero a veces parece que nadie quiere escucharla.

El profeta Jeremías se encontró con una situación similar cuando la gente de su comunidad no estaba dispuesta a escuchar una advertencia de Dios. Dios había advertido que el desastre y la destrucción se acercaban y que el pueblo debía huir de Jerusalén. Pero el pueblo se negó a escuchar.

¿A quién puedo advertir? ¿Quién escuchará cuando yo hable?
Tienen sordos los oídos y no pueden oír. Ellos desprecian la palabra del Señor. No quieren escuchar para nada. – Jeremías 6:10

El mensaje de Jeremías no era popular, porque se dirigía al pecado de la gente y los llamaba a cambiar. El riesgo de ofender a la gente no impidió que Jeremías hablara. Él sabía que, por muy difícil que sea escuchar la verdad, evitarla no cambia su validez. Jeremías sabía que las palabras de Dios venían de un Dios que sólo quería protegerlos y prosperarlos.

Al igual que Jeremías, nosotros, como cristianos, hemos sido elegidos y llamados por Dios para entregar un mensaje a la gente que nos rodea. El mensaje de que Jesús murió por nuestro pecado no siempre será popular, pero eso no cambia su autenticidad.

Jesús le contestó: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí. – Juan 14:6

Nuestro mensaje es una buena noticia, verdad, esperanza y vida. Así que, incluso cuando te encuentres preguntando: \”¿Hay alguien escuchando?\”, sigue compartiendo tu historia y las buenas noticias de ser salvado por la gracia a través de la fe en Jesús.

¿Hay alguien en tu vida con quien necesites compartir las buenas noticias de Jesús esta semana?

 

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