Por lo tanto, ya que fuimos declarados justos a los ojos de Dios por medio de la fe, tenemos paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros. Debido a nuestra fe, Cristo nos hizo entrar en este lugar de privilegio inmerecido en el cual ahora permanecemos, y esperamos con confianza y alegría participar de la gloria de Dios.
Romanos 5: 1-2

¿Alguna vez ha visto a un bebé aprender a gatear? Se balancea hacia adelante y hacia atrás hasta que puede avanzar una pequeña pulgada. A veces, este proceso lleva mucho tiempo, pero el bebé está decidido. Demuestra perseverancia y presiona hasta dominar la maniobra. Incluso cuando las cosas no salen como esperaba, no se rinde ni pierde la esperanza.

Como personas que siguen a Jesús, es esencial no darse por vencidos. La esperanza nos mantiene avanzando, especialmente en esos momentos que no salen como esperamos. Esa esperanza no proviene de nosotros mismos, sino del Espíritu Santo. La esperanza no es un lujo; es una necesidad.

La esperanza no es negociable mientras seguimos a Jesús en esta vida. Necesitamos esperanza porque sin ella, nos daríamos por vencidos.

Enfrentaremos problemas en este mundo y las cosas no siempre saldrán según lo planeado. Al dirigirse a la iglesia en Roma, Pablo explicó cómo Dios usa estos tiempos para ayudarnos a moldearnos: “También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación. ”(Romanos 5: 3– 4).

Cuanto más enfrentamos las luchas en esta vida, más crece nuestra perseverancia, carácter y esperanza. Al igual que el bebé que está aprendiendo a gatear, debemos avanzar con la esperanza de que Dios esté usando nuestros desafíos para prepararnos para cosas más grandes por venir.

Jesús, gracias por mostrarnos cómo avanzar con esperanza. Haz crecer mi perseverancia, carácter y esperanza en ti.

Y esa esperanza no acabará en desilusión. Pues sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestro corazón con su amor.
Romanos 5:5

Bendiciones.

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