Queridos amigos, sigamos amándonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama es un hijo de Dios y conoce a Dios;
1 Juan 4: 7
Nuestra cultura está obsesionada con el amor. Las novelas románticas y las películas nos enseñan que el amor debe hacernos sentir bien y que debemos hacer lo que sea necesario, incluso si está mal, para conseguirlo.
Cuando se tradujo el Nuevo Testamento del griego, al menos cuatro palabras se tradujeron como amor:
Storgê (agradar a alguien por el cariño de la familiaridad),
Philía (el amor entre amigos),
Érôs (la sensación de \’estar enamorado\’),
Agápê (amor incondicional de \’Dios\’).
Con tantas emociones envueltas en una palabra, es fácil ver cómo se puede malinterpretar la idea del amor.
En una carta a los primeros cristianos, Juan, uno de los amigos más cercanos de Jesús, nos da una mejor manera de entender el amor.
1 Juan 4: 8 dice:
\”pero el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.\”
El amor no es algo que hace Dios; es quien es. Dios es la fuente de nuestra capacidad de amar. Y cuando miramos a Dios como el estándar de cómo se ve el amor, cambia la forma en que nos tratamos unos a otros.
1 Juan 4: 9-10 dice:
\”Dios mostró cuánto nos ama al enviar a su único Hijo al mundo, para que tengamos vida eterna por medio de él. En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados.\”
El amor de Dios se demuestra mejor en la vida y muerte de Jesús.
“»Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
El amor de Dios es abnegado; no se basa en sentimientos o lujuria. El amor de Dios es eterno y completo; no es estar atento a alguien o algo mejor. Cuando miramos a la cultura, el amor se ha convertido en una palabra confusa y confusa. Pero en Cristo, el amor ha sido redimido.
Solo cuando conocemos verdaderamente a Dios podemos amar como Él ama. El desafío de Juan a las iglesias en su día es el mismo desafío que enfrentamos hoy. Habiendo experimentado este amor, estamos llamados a salir y compartirlo con otros.
Queridos amigos, ya que Dios nos amó tanto, sin duda nosotros también debemos amarnos unos a otros.
– 1 Juan 4:11
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