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Palabra

He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. Daniel 3:17-18

Meditación

Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey. Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos? Daniel 3:13-15

Estos varones fieles fueron echados en un horno de fuego ardiendo. Job fue considerado un hombre  único, perfecto, recto, temeroso de Dios, apartado del mal; pero perdió todo, incluso padeció de lepra. Lázaro era amigo de Jesús, pero enfermó de muerte. Los discípulos siguieron a Jesús, que había entrado en una barca, pero se levantó grande tempestad en medio del mar. Pablo predicaba la Palabra de Dios, pero  fue preso por causa de ella. Todos eran siervos de Dios. Estaban haciendo la voluntad de Dios. Sin embargo, atravesaron pruebas. Como dice el salmo, atravesaron el valle de sombra y de muerte. Pero, aunque pueda parecer absurdo, allí no debemos temer porque Él estará con nosotros.  

Las Escrituras nos enseñan en primera de Pedro capítulo tres versículo diecisiete, que mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal. Sí, a veces la voluntad de Dios quiere. Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. Así como también dice en el capítulo cinco versículo diez que el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, Él  mismo os perfeccione (el poder del Espíritu se perfecciona en nuestra debilidad), afirme, fortalezca y establezca.

Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. Daniel 3:16-19

Nuestro Dios puede librarnos del horno de fuego ardiendo, de la mano del enemigo. Ellos no adoraron la estatua, que el rey había levantado porque sabía a quién debían adorar. El enemigo puede llenarse de ira, puede ordenar que se caliente el horno de fuego siete veces más de lo acostumbrado. Pero arriba, sigue habiendo un Dios en los cielos.

Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, esto lo encontramos en segunda de corintios capítulo diez versículos del cuatro al cinco. Así como también encontramos, que si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? en Romanos ocho treinta y uno; y que tengamos paz porque en el mundo tendremos aflicción; pero podemos confiar, porque Él ha vencido al mundo, en Juan dieciséis treinta y tres.

Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo. Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Daniel 3:20-22

Hombres vigorosos ataron sus manos. Las manos de estos varones estaban atadas en un momento como este. En su interior podían clamar, adorar, alabar. Las manos de Dios no estaban atadas en un momento como este. Él podía librar. Nosotros podemos ser atados de manos, de pies nadie. Pero nadie nunca podrá atarle las manos, los pies al Señor. Si pasamos por las aguas, estaré con nosotros; y si por los ríos, no nos anegarán. Si pasemos por el fuego, no nos quemará, ni la llama arderá en nosotros. No lo decimos nosotros. Lo dice su Palabra. Él no es hombre para mentir ni hijo de hombre para que se arrepienta.

Dios conoce nuestro límite. Jesús conoce nuestro. El Espíritu Santo conoce nuestro límite. Acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Nuestro socorro viene de Jehová que hizo los cielos, la tierra. Los que lo esperan tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo. Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Daniel 3:23-24

Oración

Padre, queremos vivir en tu voluntad. Aún, si esto amerita que en algún momento seamos sometidos a distintas pruebas. Esto será por un poco de tiempo. Saldremos perfeccionados, afirmados, fortalecidos, establecidos. Queremos solamente servirte a ti, adorarte a ti. Tú libras del horno de fuego ardiendo. Nuestras manos podrían llegar a estar atadas. Nuestros corazones aún te servirán, adorarán, alabarán. Como poderoso gigante caminas delante de nosotros. El León de la Tribu de Judá ha vencido. En Cristo Jesús podemos todo, porque nos fortalece. Gracias Espíritu Santo de Dios. Amén.

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Categories: Devocional

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