Un día en un pueblo muy pequeño, un granjero cultivaba la tierra, y admiraba la buena cosecha que estaba recibiendo de ella, y observó unas diferencias en sus frutos; unos los veía grandes, brillantes y muy hermosos; por otra parte también tenía frutos bonitos pero que no eran tan especiales como los otros.

Así de decidió observar con mejor claridad que era lo que pasaba, y se sentó debajo de un GRAN ÁRBOL, y meditó…

No falto mucho tiempo para poder ver que los frutos y las semillas que nacían y crecían bajo la sombra de este ejemplar eran aquellos frutos grandes y brillantes que había encontrado hace unos momentos. Por lo tanto decidió sembrar más árboles como estos en todo su terreno.

Busco ramas fuertes, de las cual de ellas salían otras más, y con mucho esfuerzo las corto y decidió sembrarlas así con el pasar de los días tendría otros “Ejemplares” como aquel gran Árbol, las ramas se alegraron, se dijeron pronto seremos grandes y fuertes como este Árbol y no necesitaremos más estar aquí, y nuestro amo nos admirará de las mismas manera… así que el granjero las sembró y se retiró.

Al pasar el tiempo regreso, y vio aquel árbol grande y se asombró, porque ahora era más frondoso, había crecido y fortalecidos sus ramas, entonces corrió a ver los otros que había sembrado y su sorpresa era que no todos habían tenido el mismo desarrollo, inclusive los troncos más grandes que cortó, los cuales pensó que serían árboles grandes y fuertes estaban débiles, algunos secos, y otros por los cuales no había mucho que hacer.

El granjero se entristeció ya que no era lo que esperaba encontrar, pero tomó la decisión de hacer algo por cada uno de ellos, así que los recortó y con mucho dolor corto ramas grandes que algunos tenían, ya que era muy pesadas para aquellos árboles pequeños, a otros solo fue necesario quitar algunas hojas, y cuidó de ellos por mucho tiempo, la gente del pueblo se asombró, pensó que había sido mucho el esfuerzo que este granjero había realizado tiempo atrás para ahora cortar y quitar ramas, hojas e inclusive algunos frutos que daba aquellos árboles pequeños, pero él siguió con su tarea.

Al pasar los años, pudo ver el fruto de su trabajo y disfrutar de una cosecha ejemplar, todos sus frutos eran grandes, llenos de brillos y muy jugosos, aquellos Árboles todos eran fuertes, muy grandes y producía mucha sombra, y se alegró en gran manera, tal fue su alegría que de su cosecha repartió a los moradores del pueblo, y todos se alegraron de los beneficios del Gran Árbol.

Muchos de nosotros en algunas ocaciones hemos sido partes de grandes logros, y en algún momento podemos pensar que podemos hacer mucho más de lo que ya hemos logrado si nos independizamos, como por ahí dicen, “Divide y Vencerás” y ese pensamiento no está mal, inclusive es muy bueno, sin embargo no podemos olvidar que mucho de nuestros logros son producto de estar unidos a un gran Árbol como el de este cuento, a veces este gran Arbol son nuestros padres que están para cuidarnos, otras veces nuestros guías espirituales, y por su puesto Dios mismo quien permite que todos los días podamos abrir nuestros ojos y disfrutar del mundo que El creo para nosotros.

Sea lo que sé que hagas asegúrate que el Dios esté cuidando de ti, él te limpiara, te quita ya cosas que te estorban y te permitirá que tus raíces sean profundas y te afirmen tanto a Él que nada te moverá de su presencia, y podrás decir cómo aquel canto que dice: “Venceré porque El está conmigo, Vencerás porque el contigo está, venceré vencerás, vence vencerás, venceremos en el nombre del Señor”…

“»Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Él corta de mí toda rama que no produce fruto y poda las ramas que sí dan fruto, para que den aún más.” – ‭‭Juan‬ ‭15:1-2

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