Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.
– Éxodo 3: 4-5
En lo personal es una de las historias que más me gusta porque nos enseña como Dios sin importarle nuestro pasado o lo que hayamos hecho aún así nos perdona y nos llama para realizar un gran trabajo. Recordemos que Moisés era un hombre nacido del pueblo judío, pero que, durante una época de matanza, su familia lo escondió y lo encontró una princesa egipcia lo que da como resultado que Moisés se criará como egipcio. Moisés al crecer se da cuenta de sus orígenes, defendiendo a uno de su pueblo termina matando a un egipcio y huye.
Dios escogió a Moisés para libertar a su pueblo, le encomendó una misión. Así como a Moisés Dios tiene un propósito para nuestras vidas. Ese propósito o misión demanda mucho de nosotros y es muy importante resaltar que hay áreas de nuestras vidas que no van conforme al plan de Dios, hay cosas en nuestras vidas que impiden acercarnos al lugar santísimo.
La pregunta es, qué es lo que está impidiéndome acercarme a Dios, qué es lo que está impidiendo el propósito de Dios en nuestras vidas. Dios nos va a llamar al igual que hizo con Moisés, pero también debemos estar atento cuando nos diga quita el calzado de tus pies, quita el dolor de tu corazón, la amargura, la discordia, el orgullo, la vana gloria, todo aquello que sustituya a Dios como Dios.
Servir a Dios cuando hay que quitar cosas no es fácil, pero créeme cuando Él te dice quita el calzado de tus pies es porque mejores cosas hay para ti. De ti, del calzado que te quites también depende la libertad de muchas personas. No importan las cosas que hayas hecho en el pasado lo importante es estar dispuesto a quitar eso de tu vida y dejar que Dios sea quien la dirija y te instruya. Permite que Dios haga la obra en ti.
Dios te bendiga,
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