“Porque la paga del pecado es muerte, pero la dadiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” Romanos 6:23.

¿Qué es el antídoto?

Un antídoto se define como una sustancia o medicamento que sirve para neutralizar o contrarrestar los efectos de un veneno o de un agente tóxico.

Hoy en día en el mundo nos encontramos con uno de los venenos más tóxicos y este es el pecado, es el veneno más fuerte y tóxico que existe en el mundo y es un veneno que mata lentamente, es destructivo, es contaminante, es tan tóxico que hace que lo que está alrededor también se contamine, es tan, pero tan contagioso que está por todas partes. Incluso es peor que cualquier virus existente, pero el mayor problema es que quien padece de la enfermedad muchas veces no está consciente de que la padece y de que necesita una cura.

Sí analizamos un poco más allá del pecado, el mundo esta contaminado de sus componentes como la amargura, la codicia, el egoísmo, el satisfacer sus propios deseos han hecho que muchas cosas que pueden ser mejor poco a poco desciendan a una lista de destrucción.

No todo en el mundo está perdido, yo sé que aun hay un remanente fiel dispuestos a repartir la dosis con el antídoto llamado Jesucristo.

Jeremías 33:6 He aquí yo les traeré sanidad y medicina; y los curare, y les revelaré, abundancia de paz y de verdad.

Yo creo y estoy segura de que Jesucristo es la fórmula perfecta, pues físicamente nosotros tenemos medicamentos para todo, medicamento para el azúcar, para la presión, para el estrés, para el sueño, para todo, pero en Jesús encontramos la cura para todo. Lo mejor de esta formula perfecta es que no es hecha el hombre.

Si bien es cierto es que no todo el mundo recibirá la dosis, muchos nos verán como la parte contaminante sin saber que nosotros conocemos el antídoto, pero nuestro trabajo no se debe limitar a los obstáculos que se presenten, nosotros debemos continuar repartiendo esa dosis, presentando a Jesús como el Señor y Salvador.

“No olvidemos que nosotros somos la luz del mundo, somos la sal de la tierra”.

Más allá del antídoto hacia el pecado, el Señor tiene la dosis para todo.

Salmos 147:3 El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.

Durante nuestra semana juvenil que compartimos de este tema un invitado dijo lo siguiente “Cuando me encontraba en el mundo no entendía, pero cuando tuve un encuentro con Él me dio de su antídoto, su sangre recorrió todas mis venas y me cambió”. Luego alguien más testificó y dijo “cuando me encontraba en el hospital con mi hija estaba desanimada Él me inyectó esperanza y fe”. Quiero decirte que el mundo podrá darte todo lo artificial, lo pasajero y temporal, pero jamás podrá darte lo genuino y verdadero de Dios porque la fidelidad de Dios no se compra, así como su amor también no es dada por gracia.

“Jesús es el antídoto\”.

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