\”¿Qué pasa si me lastimo?\”
“ ¿Y si se aprovechan de mí?”
\”He intentado ayudar antes, y no sirvió de nada\”.
Por todas las razones por las que evitamos dejar entrar a las personas en nuestras vidas o involucrarnos en las suyas, Juan nos da una buena razón por la que deberíamos. Es lo que Dios hizo por cada uno de nosotros.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.
– 1 Juan 4:10-12
Cuando no estábamos interesados en Dios, Él nos persiguió. Dios envió a Su único Hijo al mundo para que nuestro pecado pudiera ser eliminado y nuestra relación pudiera ser restaurada.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
– 1 Juan 4:13-15
Cuando nos damos cuenta de la profundidad del amor de Dios, nos cambia. Queremos pasar tiempo con Él, conocerlo. Encontramos gozo al traerle gozo. Y después de un tiempo, nos familiarizamos tanto con Su carácter que sabemos lo que Él diría o haría que hiciéramos. Como una pareja que ha estado junta durante décadas, comenzamos a movernos en sincronía entre nosotros.
Es por eso que la verdadera prueba de nuestro amor por Dios es cómo tratamos a las personas frente a nosotros. Dios es amor. Cuando vivimos en sintonía con Dios, el amor es lo que sale de nosotros. Cuando nos amamos, el Dios invisible se revela a los demás a través de nosotros, y su amor se completa.
Dios sabe mejor que nadie que el amor puede ser costoso. Podría lastimarte y la gente podría aprovecharse de usted. Pero la forma de calmar esos temores no es retirarse. Superamos el miedo a exponernos al recordar el amor de Dios y elegir tratar a los demás de la manera en que Él nos trató a nosotros.
Reflexiona hoy en:
- ¿Quién eras cuando invitaste a Jesús a tu vida? ¿Cómo ha cambiado tu vida desde entonces?
- ¿Cómo describirías la forma en que Dios te ha amado?
0 Comments