En Jeremías 3, el pueblo de Dios había metido la pata. Dios había invertido mucho en ellos. Los liberó de la esclavitud, los condujo a un nuevo hogar y, sin embargo, se apartaron y adoraron a otros dioses. Dios tenía todo el derecho de rechazarlos.
En cambio, en Jeremías 3:12-13 NTV, Dios dice: \”Yo Soy Misericordioso\” y \” No estaré enojado contigo para siempre.\”. Le pide al pueblo que vuelva a Él y que reconozca sus errores. Si lo hacen, Dios incluso promete curarlos de su reincidencia.
El punto es este: Cuando Dios invierte en su pueblo, nada puede impedirlo, ni siquiera su propio pueblo.
Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva. – Filipenses 1:6
Los mismos principios que se aplicaban en Jeremías 3 siguen siendo válidos hoy: Vuélvete a Dios, y Él te llevará de vuelta. No aceptes Su gracia sólo para seguir pecando (Romanos 6:15-18). Entrégale tu desorden por completo, y Él incluso te liberará de tu culpa.
Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al Señor», ¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció. – Salmo 32:5
Dios fue fiel a la hora de cumplir sus promesas a Israel en el Antiguo Testamento, y es fiel a la hora de cumplir su promesa a nosotros hoy. Dios envió a su Hijo, Jesús, a morir en una cruz por nuestros pecados. Romanos 10:9 dice: \”Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.\” Nada puede interponerse en ese camino. Ni siquiera nosotros. Jesús nunca rechazará a los que vienen a Él.
Te invito a reflexionar lo siguiente:
¿Te viene a la mente algún pecado pasado o presente que sea demasiado malo para que Dios te acepte de nuevo? Confiesa tu pecado a Dios, y confía en que Él te perdonará e incluso te quitará la culpa.
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