Elige tu par de pantalones favoritos. Pásalos por el barro. Mézclalos en la basura. ¿Siguen siendo tus pantalones favoritos?

Curiosamente, en Jeremías 13 (te invito a leerlo) el Señor le pide a Jeremías que tome un cinturón de lino, que equivale a nuestro pantalones favoritos (caros) y lo esconda entre las rocas cerca de un río. Ese cinturón de lino seguramente no volvió limpio.

 Al cabo de muchos días, el Señor me dijo: «Ve a Perat y busca el cinturón que te mandé a esconder allí». Fui a Perat, cavé y saqué el cinturón del lugar donde lo había escondido, pero ya estaba podrido y no servía para nada.
– Jeremías 13:6-7

A través de esta analogía, Dios le explicó a Jeremías que los israelitas estaban tomando su posición como Su pueblo elegido y utilizándola para avanzar en su propia posición entre los demás, yendo detrás de otros dioses al servirlos y adorarlos. Dios quería mostrar al mundo su amor por su pueblo elegido, pero la arrogancia de los israelitas y la \”terquedad de sus corazones\” los alejaron de su Creador y, en última instancia, de su propósito para ellos.

El peligro de la arrogancia es que nuestra propia importancia eclipsa a Dios y su verdadera bondad. Cuando creemos que nuestra posición tiene más peso y poder que la autoridad de Dios, nos cegamos a la verdad de que todo lo que somos es un regalo de lo alto. Cuando nos centramos en nosotros mismos más que en Jesús, escucharle se hace difícil y hacer lo que Él dice se vuelve casi imposible. No podemos alabar a Dios cuando nos alabamos constantemente a nosotros mismos.

Dios nos ama profunda e inmensamente. Quiere deleitarse en nosotros y, a través de nosotros, dar esperanza a nuestros amigos y familias. Nuestro valor para el Señor es grande. Pero no hicimos nada para ganar nuestra posición y favor con Dios. Jesús lo hizo todo por sí mismo, y sólo Él merece nuestra alabanza.

Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo. – Efesios 2:8-9

https://www.youtube.com/watch?v=Jza3vWHsq5c

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