Pero la salvación de los justos es de Jehová, Y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia. Salmos 37:39

Hay momentos en que queremos llevar todo el peso de los problemas, de las dificultades en nuestros hombros, situaciones en la que decimos no puedo confiar en nadie.

La biblia habla sobre una mujer con flujo de sangre, que tenía años en ese estado, la diferencia es que ella había corrido a todos lados, había ido a doctores, gastó todo lo que tenía y nada pudo solucionar su problema, hasta que, ella vio a Jesús y corrió tan solo a tocar el borde de su manto, eso provocó una sanidad en su ser a causa de su fe aguerrida.

Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz. Lucas 8:48.

Yo hoy no te quiero presentar un Dios que solo te brinda soluciones, hoy te quiero presentar a un Dios que te ama y espera que corras hacia Él. Así como la mujer de flujo de sangre hacia a Jesús, Él espera por ti, está atento a que le busques y que tu fe aguerrida ocasione ese milagro. En palabras cortas, lo que provocará tu milagro es tu disposición y entrega a Dios de corazón, de eso se trata tener una fe aguerrida, una fe que provoca milagros.

Ahora yo te hago una pregunta ¿Hacia qué dirección estás corriendo primero? Si tu respuesta es hacia los doctores, hacia el gobierno, hacia …, recuerda cambiar tu dirección y corre hacia a Dios que tan solo la pureza de tu sinceridad hará que Dios escuche tu oración. Sí tu respuesta es: he corrido primero al Padre, pero no he visto su favor sobre mí, solo te digo aguanta un poco más, la victoria ya te fue dada.

La clave de todo es que cuando corras hacia Papá permanezca allí en los tiempos buenos y en los tiempos difíciles porque, aunque no lo veas podrás sentir como su amor, comprensión, su mano poderosa estará guardándote y a los que amas.

Oración: Padre hoy corro hacia a ti, reconozco que soy pecador, que tu eres Dios, que diste tu vida por mi en la cruz para que yo fuese salvo. Te pido que perdones mis pecados y escribas mi nombre en el libro de la vida, me entrego a ti, ayúdame que con mis fuerzas no puedo más, creo y confío en que tu mano poderosa estará conmigo. Amén.

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