Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida. Proverbios 4:23

Una de las armas más destructivas que he visto, es un corazón intoxicado. La biblia también menciona acerca de esto y hoy te quiero compartir lo que se me fue enseñado.

Lo sé un poco extraño, pero el corazón en muchas ocasiones si lo permites se llena de emociones toxicas. La persona que me compartió acerca de esto mencionaba las siguientes emociones toxicas: la envidia, el odio, el orgullo, el rencor y una de las más fuertes, la falta de perdón.

Registra la biblia en el libro de Genesis la historia de dos hermanos llamados Caín y Abel que presentaron ofrenda delante de Dios, pero algo sucedió y es que a Dios le agradó la ofrenda de Abel porque él le ofreció lo mejor que tenía, más sin embargo Caín le dio de lo que le sobró y su ofrenda no fue agradable ante Dios. No todo quedó allí, al ellos retirarse del altar de Dios, Caín permitió que su corazón se intoxicará dejándolo llenarse de ira, enojo, rencor, envidia por su hermano y fue cuando le quitó la vida a Abel.

En la actualidad también vemos esto, el mundo lleno de personas donde el orgullo y el poder es más importante que todo lo demás y ha llevado a estar en un mundo en constante lucha por dominar lo que tiene el otro y se ha llenado de mucha destrucción.

No digo que llegues al punto de matar a alguien (espero que no), pero al guardar cada unas de esas cosas en tu corazón te estás autodestruyendo, y llegará al punto de que no podrás seguir ocultando esas emociones toxicas en tu corazón e irá saliendo, es por ello que te comparto esto, porque estoy segura de que con Jesús todo se logra y Él hace milagros extraordinarios y es mejor cirujano que he conocido, te lo recomiendo, 100% confirmado.

El Señor dijo que, sobre toda cosa guardada, guardásemos nuestro corazón porque de él mana la vida. Así que no permitamos que las emociones toxicas gobiernen en nuestras vidas, dejemos que sea el amor y que los frutos del Espíritu Santo la dirijan.

Jesús nos pide lo siguiente:

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Efesios 4:30-32.

https://www.youtube.com/watch?v=9u1Yp_c81W4

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