Los hijos de tus siervos habitarán seguros, y su descendencia será establecida delante de ti -Salmos 102:28

En Mero Cristianismo, C. S. Lewis escribe: «Casi con toda certeza Dios no está en el tiempo. Su vida no consiste en momentos consecutivos. […]. Las diez y treinta, y cualquier otro momento desde el principio del mundo, para Dios siempre es el presente». Aun así, los períodos de espera suelen parecer interminables. Pero cuando aprendemos a confiar en Dios, el eterno Hacedor del tiempo, podemos aceptar que nuestra frágil existencia está segura en sus manos.

Mi vida pasa tan rápido como las sombras de la tarde; voy marchitándome como hierba. Pero tú, oh Señor, te sentarás en tu trono para siempre; tu fama durará por todas las generaciones. Te levantarás y tendrás misericordia de Jerusalén; ya es tiempo de tener compasión de ella, ahora es el momento en que prometiste ayudar. -Salmos 102:11-13

En el Salmo 102, el salmista, cansado de sufrir, se lamenta porque sus días son efímeros «como sombra que se va» y hierba que se seca, mientras que el Señor permanece «de generación en generación» y perdura «para siempre» (vv. 11-12).

Leer Salmos 102:18-28

Afirma que su poder y su compasión van más allá del lugar donde él está (vv. 13-18). Y aun en su desesperación (vv. 19-24), el escritor se centra en el poder del Dios creador (v. 25). Aunque la creación perezca, el Señor sigue siendo igual eternamente (vv. 26-27).

Cuando la espera se prolonga, es tentador acusar a Dios de llegar tarde o de no responder. Podemos impacientarnos y frustrarnos, y olvidar que Él ha escogido cada detalle de su plan para nuestra vida. Pero el Señor no deja que nos defendamos solos.

Al vivir por fe en su presencia, podemos caminar con Él en el presente.

Bendiciones

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