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Estoy segura que las mujeres que lean el devocional de hoy se sentirán muy identificadas, más que los hombres. Alguna vez haz ido a una tienda de ropa y ves un vestido que te encanta pero en ese momento no tienes el dinero, pero lo ves y dices, voy a venir a comprarlo pronto.
Hablas con la vendedora y le dices que por favor te lo esconda o lo guarde en otro lado, porque ese vestido será tuyo.

Pasan los días y cuando tienes el dinero vas muy feliz y confiada porque sabes que el vestido te lo guardaron y lo compras emocionada ya que salió del área de venta a ser propiedad exclusiva tuya y ya nadie podrá quitartelo porque lo pagaste.

Quiero enfocarte hoy en el sentido de PERTENENCIA, eso que nos da cuando compramos algo y nuestro corazón se alegra porque ya es tuyo y lo adquiriste con tu esfuerzo y sacrificio.

Jesucristo, sintió lo mismo cuando fue a la cruz a morir por nosotros, estábamos en las manos del enemigo por causa del pecado que nos separaba de Dios y Cristo se entregó y pagó el precio más alto, su propia vida, derramando su sangre para que hoy tú y yo le pertenezcamos exclusivamente a él.

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
1 Corintios 6:19

Muchas veces se nos olvida que desde el día que tomamos la decisión de entregarnos a Jesucristo, él entró en nosotros para habitar en nuestros corazones y darnos una nueva vida, donde no reine el pecado sino que él se perfeccione en nosotros.

Ahora nuestro cuerpo físico no nos pertenece y debemos consultar a Dios lo que hagamos con él, cuidarlo, alimentarlo, mantenerlo limpio y sobre todo no usarlo para pecar y hacer cosas desagradables para Dios.

Que mi lengua hable cosas productivas, no que esté envenenando con chismes, malas palabras, maldiciendo. Que mis pies se conduzcan hacia donde Dios me quiere llevar, que mis miembros sexual es estén consagrados para Dios hasta el matrimonio y si eres casado que sea solamente para estar con  tu pareja.

Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
1 Corintios 6:20

Fuimos comprados con un precio muy alto, oremos a Dios que nos abra el entendimiento para honrar, valorar y glorificar ese sacrificio perfecto que hizo Jesús en la cruz.

Somos pertenecía exclusiva de Dios, por lo tanto cada día demosle gracias por salvarnos, por limpiarnos y darnos el título de hijos para alcanzar sus maravillosas promesas.

Si el cuerpo le pertenece a Dios, el espíritu mucho más, ya que somos espíritus dentro de un cuerpo y ambos le pertenecen a Dios.

El espíritu gobierna a mi alma, a mi mente, si nosotros mantenemos la conexión con aquel que nos compró el espíritu santo nos gobernará por completo para ser moldeados a la imagen de Cristo. Allí nos transforma el carácter, allí en su presencia nuestro lenguaje cambia, la perspectiva del mañana se te revela porque en él están escondidas cosas grandes y poderosas que aún no conoces.

En este hermoso día, vamos a entregarle al Señor nuestro cuerpo, nuestro espíritu para que él haga su perfecta voluntad en nosotros. Recuerda, fuiste comprado a un precio muy alto, aprecialo.

Bendiciones.

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Categories: Devocional

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