Cantar victoria antes de la victoria, se oye difícil incluso parece misión imposible sobre todo cuando estas bajo circunstancias complicadas en donde las probabilidades de ganar o superarlas son igual a cero. 

Hoy te quiero hablar de un Dios que hace que el cero por ciento se convierta en cien. Hay dos historias de la biblia que en lo personal me gustan mucho y aunque parecen distintas porque una se encuentra en el antiguo testamento y la otra en el nuevo testamento, la realidad es que tienen mucho en común, y es que ellos confiaron que ya tenían la victoria aun cuando las estadísticas estaban en su contra.

El primer relato se encuentra en 2 crónicas 20: 

En el reinado de Josafat los moabitas y amonitas declararon la guerra al pueblo de Dios. Las probabilidades de ganar eran muy bajas, aunque ellos tenían un buen ejército, el de su enemigo era dos veces mejor. El rey Josafat reconoció esto y de inmediatamente clamó a Dios, él sabía que su mejor estrategia era Dios. En medio de nuestras dificultades lo más importante es reconocer que con nuestra fuerza humana no es posible y entender que Dios es nuestro pronto auxilio. 

Continuando con la historia, Josafat reunió a todo el pueblo y proclamó ayuno. Todos ellos obedecieron  y dentro de ese ayuno Dios levantó un profeta para anunciarles que ya la victoria era de ellos. Dios sabe todas nuestras necesidades, pero la obediencia, la unidad, la oración, el ayuno provoca un mayor peso de gloria. 

Algo impresionante es que sin que nadie los obligase ellos decidieron alabar al Señor en ese momento y aun no veían la victoria, pero la fe es esto, dar gloria y las mejores alabanzas a nuestro creador.  No solo dieron las mejores alabanzas, sino que también dispusieron agradar a Dios con los mejores vestidos. Y en muchas ocasiones sucede que nuestras vestiduras están manchadas y debemos limpiarlas para recibir esa victoria.

Para terminar con esta historia, los levitas marcharon con sus vestiduras limpias, con alabanzas hacia el campo de batalla y cuando llegaron en ese lugar sus ojos vieron lo que su fe ya les había garantizado. Los amonitas y moabitas se habían atacado entre sí y cuando llegaron solo recogieron el botín. Y es que Dios no solo te da lo que esperas, sino que va más allá de lo que podemos pensar. 

La segunda historia es muy conocida y es la de Pablo y Silas, a pesar de ellos estar en la cárcel y saber que no era posible salir de ese lugar, ellos mantenían su confianza en Dios y en ese lugar entonaron alabanzas y es que cuando cantes con fe, no hay cadenas que no se rompan.

Efectivamente con sus alabanzas provocaron que se rompiesen las cadenas y no solo los que tenían ellos, sino la de los demás. Nadie escapo y hasta el que vigilaba la cárcel aceptó a Cristo. Es importante saber que “los verdaderos adoradores adoramos no solo en las victorias, sino desde la crisis porque confiamos en que tenemos un Dios que convierte el 0% en 100%”.

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