Muéstrame la senda correcta, oh Señor; señálame el camino que debo seguir. Guíame con tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios que me salva. Todo el día pongo en ti mi esperanza. -Salmos 25:4–5

¿Alguna vez has sentido que Dios quería que invitaras a un compañero de trabajo o incluso a un extraño a la iglesia? Tal vez querías compartir tu historia, pero no lo hiciste porque tenías miedo de que te rechazaran o pensaran que eras raro.

A veces, confiar en Dios resulta muy incómodo. El profeta Urías fue enviado por Dios para advertir a Israel del peligro que le esperaba por su pecado. Cuando el rey amenazó con matarlo, Urías huyó asustado, pero luego fue capturado y asesinado. (Jeremías 26:20-23)

Dios envió al profeta Jeremías con el mismo mensaje, al mismo pueblo, diciendo: \”Dales mi mensaje completo sin que falte una sola palabra.\” (Jeremías 26:2). Al oír su advertencia, muchos en Israel exigieron también la muerte de Jeremías. Jeremías podría haber ignorado a Dios y evitar el tema. Sin embargo, Jeremías no cambió su mensaje porque su confianza no estaba en sí mismo, sino en Dios.

Ignorar u omitir algunos de los mandatos de Dios porque nos sentimos incómodos siempre será más fácil. Pero en lugar de dejarnos en el camino fácil, Dios quiere guiarnos por el mejor camino.

El Señor dirige los pasos de los justos; se deleita en cada detalle de su vida. Aunque tropiecen, nunca caerán, porque el Señor los sostiene de la mano.
– Salmos 37:23-24

Cuando omitimos partes de la Biblia que nos confunden o incomodan, intentamos reescribir el mensaje de Dios a nuestra manera, lo que realmente significa que es nuestro mensaje y no el de Dios. En lugar de ignorar secciones de la Biblia, podemos utilizarlas como una oportunidad para pedir la ayuda de otra persona para comprender mejor a Dios. Y a medida que damos más pasos con Jesús, podemos ayudar a otras personas a dar también esos pasos.

Al compartir el mensaje de Dios -la buena noticia de que Jesús nos salva y cambia nuestras vidas- nos encontraremos con algunos momentos incómodos. Pero si aceptamos la incomodidad, nos encontraremos participando en los milagros de Dios.

Y el mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. 1 Juan 2:17

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