Ver una película es una experiencia diferente cuando ya has leído el libro. Sabes cómo termina la historia. No te preguntas si el héroe lo logrará. Te preguntas cómo los productores van a unir la historia.
Hoy en día, leemos la Biblia como quien ve una película con el final en mente. Sabemos que Jesús viene a salvar el mundo. Pero antes de que llegara Jesús, la gente no sabía a quién estaba buscando. Observaban las pistas y las señales y esperaban con expectación la forma en que Dios los libraría.
«Vienen días», declara el Señor, «En que levantaré a David un Renuevo justo; Y Él reinará como rey, actuará sabiamente,Y practicará el derecho y la justicia en la tierra. En sus días Judá será salvada, E Israel morará seguro; Y este es Su nombre por el cual será llamado: “El Señor, justicia nuestra”. – Jeremías 23:5-6
Israel, el pueblo elegido por Dios, había escapado de ser esclavo en Egipto, pero fue prácticamente destruido por otros ejércitos extranjeros. Necesitaban esperanza y valor. Entonces llegaron mensajeros de Dios, profetas como Jeremías, que dijeron que \”se acercan los días\” en los que un \”Justo Salvador\” y un \”Rey\” estarían en el pueblo de Israel.
Jeremías 23:7-8 explica que este salvador y rey vería al pueblo a través de sus circunstancias hacia días mejores. La historia muestra que Dios hizo exactamente lo que dijo que haría en Jeremías. Jesús se presentó. Él fue el \”justo salvador\” y rey predicho. Liberó al pueblo de Israel de circunstancias desesperadas.
Por tanto, vienen días», declara el Señor, «cuando no dirán más: “Vive el Señor, que hizo subir a los israelitas de la tierra de Egipto”, sino: “Vive el Señor que hizo subir y trajo a los descendientes de la casa de Israel de la tierra del norte y de todas las tierras adonde los había echado”. Entonces habitarán en su propio suelo».
– Jeremías 23:7-8
Así como Jesús cambió la vida del pueblo de Israel, lo sigue haciendo hoy. Dios rodea a los alejados de Él con pistas y señales de que quiere una relación con ellos a través de Jesús. Cuando la gente acepta la oferta de Dios, es liberada para vivir por encima de sus circunstancias y experimentar la vida de abundancia que sólo Jesús puede proporcionar.
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