Las señales están todas ahí:

No entrar.

Dé la vuelta.

Calle de un solo sentido.

NO ESTACIONAR

El problema es que el camino es tan seductor y atractivo que buscamos formas de justificar el viaje en esa dirección. Sabemos que las luces de neón parpadeantes intentan disuadirnos, y seguimos adelante de todos modos.

¿Le resulta familiar este escenario? Tal vez se trate de una relación inapropiada. Un mal planteamiento en una decisión de los padres. O tal vez un atajo en un proyecto de trabajo.

Quien encubre su pecado jamás prospera;
quien lo confiesa y lo deja halla perdón.
– Proverbios 28:13

Sólo por esta vez, pensamos. Luego pediré perdón y no volverá a ocurrir.

El problema no es la tentación en sí. El problema se describe mejor en Jeremías 8:5-6, cuando el Señor dice: \”Entonces, ¿por qué esta gente continúa en su camino de autodestrucción?
¿Por qué los habitantes de Jerusalén rehúsan regresar?
Se aferran a sus mentiras y se niegan a volver. Escucho sus conversaciones y no oigo una sola palabra de verdad.
¿Hay alguien que esté apenado por haber hecho lo malo?
    ¿Hay alguien que diga: “¡Qué cosa tan terrible he hecho!”?
¡No! ¡Todos corren por el camino del pecado tan veloces como galopa un caballo a la batalla!\”.

Está bien caer. No está bien quedarse ahí y seguir cometiendo errores pecaminosos por decision propia. Dios nos da sanación porque es un Padre misericordioso. Sin embargo, Él también nos da libre albedrío para cometer errores y aprender de ellos. Un corazón que busca la sanación cosechará los beneficios de la gracia de Dios. Recuerda que está bien cometer errores. Es una historia diferente cuando nos engañamos pensando que las consecuencias no se aplican a nosotros.

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