A algunos de nosotros nos cuesta confiar en las promesas de Dios porque creemos que solo se aplican a otras personas. Ya sabes, gente perfecta. Los que parecen hacer todo bien y tenerlo todo junto.
La verdad es que nadie es perfecto, y las promesas de Dios se aplican a todos sus hijos. Lo que hace diferentes las promesas de Dios es de quién vienen.
A diferencia de nuestros afectos humanos, el amor de Dios nunca falla y nunca termina.
Romanos 8: 38-39 promete audazmente: \”Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios,* ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.\”. el amor de Dios que está en Cristo Jesús, nuestro Señor \”.
No importa quiénes somos, cuánto dinero ganamos o cuántas veces hemos fallado o decepcionado a Dios, Él nunca deja de amarnos.
Cometeremos errores, pero esos errores no nos descalifican para experimentar las promesas de Dios. Como un buen padre, Dios disciplina a sus hijos por su protección y su bien.
Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido.
– (Proverbios 3:12).
Pero no confundas la disciplina de Dios con que Él te abandone.
Incluso nuestros fracasos pueden ser un terreno fértil para experimentar las promesas de Dios.
Fue en tiempos difíciles que el salmista aprendió a confiar en Dios
Me hizo bien haber sido afligido, porque así llegué a conocer tus decretos.
– Salmo 119: 71
Después de fallar una y otra vez para guardar la ley, el pueblo de Dios recibió el rescate eterno a través de Jesús.
Enemiga mía, no te alegres de mi mal. Caí, pero he de levantarme; vivo en tinieblas, pero el Señor es mi luz.
– Miqueas 7: 8
La vida en la Tierra puede sentirse como una avalancha interminable de promesas incumplidas. La gente se va o deja de seguir. Las confidencias se rompen y la confianza se erosiona.
Comenzamos a comprar la mentira de que la gente solo nos amará cuando estemos en nuestro mejor momento.
Dios no es como nosotros Su amor es inagotable. Nunca ha perdido la noción del tiempo ni se ha olvidado de su creación.
Y es porque Dios no es como nosotros que podemos tener confianza en sus promesas.
Te recomiendo reflexionar esto:
- ¿Luchas para confiar en las promesas de Dios?
- ¿Alguna vez has sentido que no eras \”lo suficientemente bueno\” para Dios? ¿Qué dice Dios a eso?
- ¿Cómo se siente saber que el amor de Dios nunca termina y nunca falla? Mientras se sienta en ese sentimiento, tómese unos minutos para hablarle a Dios en oración.
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