Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos. – Santiago 5:16
Pedro es golpeado y metido en la cárcel por hablar de Jesús, pero Dios envió un ángel para sacarlo de allí.
Encadenado a dos soldados y vigilado por otros 14, Pedro necesitaba un salvador. Dios envió un ángel para liberar a Pedro de sus cadenas, rescatándolo de un tribunal hostil y de una muerte segura. El ángel escoltó a Pedro entre los guardias y éste salió ileso de la prisión.
La fuga de Pedro fue milagrosa, pero no más milagrosa que la obra de Dios en nuestra iglesia hoy. Cada día, Dios ofrece a la gente la libertad.
Amados hermanos, si otro creyente está dominado por algún pecado, ustedes, que son espirituales, deberían ayudarlo a volver al camino recto con ternura y humildad. Y tengan mucho cuidado de no caer ustedes en la misma tentación. Ayúdense a llevar los unos las cargas de los otros, y obedezcan de esa manera la ley de Cristo. – Gálatas 6:1-2
Llega a través de la oración con otros creyentes, la responsabilidad y el apoyo de un grupo, y la práctica diaria de escuchar a Jesús y hacer lo que Él dice.
Queridos amigos, siempre siguieron mis instrucciones cuando estaba con ustedes; y ahora que estoy lejos, es aún más importante que lo hagan. Esfuércense por demostrar los resultados de su salvación obedeciendo a Dios con profunda reverencia y temor. Pues Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a él le agrada. – Filipenses 2:12-13
Dios irrumpe en las prisiones de la soledad, la adicción, la esclavitud financiera, la inutilidad y el rechazo. Él libera a las personas con amor, compañerismo, enseñanza y una vida llena de propósito. ¿Estás esperando que Dios te rescate de tus dificultades? ¿O estás dispuesto, como Pedro, a despertar, levantarte y seguir a Dios fuera de la prisión dando tu siguiente paso?
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