Recuerdo que oraba hace muchos años, y el único clamor de mi corazón mientras conversaba con Jesús era: quiero dedicar mi vida y rendirla completamente a ti, quiero ser tuyo.

Siempre he considerado que hablar con Dios, tal cual como lo harías con un amigo, es de las bendiciones más grandes que puede tener en su vida cualquier persona. No hablo de solo contarle tus quejas, tus problemas y malas experiencias; es decir, porqué siempre cuando estás tan mal, es la única forma de que busques a Dios. ¿¿Te has preguntado alguna vez… cuanto puede doler??

Pongámonos en su lugar por un segundo:

Que se sentiría, el que solo te busquen por algún tipo de beneficio sin pensar en que a ti también te gustaría captar su atención y que se fijen en ti, aún en las buenas como en las malas… Sin condición.

No tiene por qué ser así. Existe un modo o una manera en la que puedes cambiar esa mala costumbre de buscar a tu creador, solo cuando te encuentras en apuros; y, aun así, aparte de que le buscamos convenientemente, llegamos con exigencias.

Hoy en día, al pensar en lo que he mencionado en el primer párrafo, no puedo evitar sentirme nostálgico…. con ganas de solo llorar, con ganas de abrazarlo, con ganas de decirle cuanto estoy agradecido, porque esa oración que algún día hice, y que jamás pensé que llegaría más allá del techo, Sí fue escuchada.

Aquella carta hablada fue escuchada por los ángeles, también todos la oyeron en el cielo, e igual fue oída por Jesús.

La biblia nos da esta promesa:

Si vivimos o morimos, es para honrar al Señor Jesucristo. Ya sea que estemos vivos, o que estemos muertos, somos de él. Romanos 14:8 TLA

Hoy yo quiero guardar en tu corazón el siguiente mensaje: Jamás pienses que lo que pides, no tiene ningún efecto. Tus lágrimas cuentan sucesos, narran historias, descubren los sentimientos del alma, y pueden ser escuchadas, después de ser habladas por el corazón.

Inicié diciendo que somos de Él. Porque no hay mejor forma de hacerle sentir a Jesús que en verdad lo amamos, y que nos sentimos de igual forma bendecidos por poder llamarlo, Nuestro. Él es mío, y yo soy suyo.

Tal cual como demostrarías amor en una relación de pareja, y mejor aún esa seguridad de decirle, tranquila, soy tuyo y tú eres mía.

Y esta es la manera que quería mencionarte, ésta es la forma en la que puedes sostener una relación tan estrecha con tu salvador. Siendo fiel, demostrando con hechos lo que dices con palabras.

El mundo intentará de todo para lograr que lo engañes y le des la espalda, pero tu corazón siempre… Tendrá Un Solo dueño.

Dios te bendiga.

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