La Fe verdadera incluye ser paciente y recordar que Dios tiene interés en nuestro corazón.  Esto también incluye creer que Dios sabe el momento justo para revelarla las cosas que tiene para nosotros.  Todo lo que Dios nos ha prometido sucederá.  El reto es confiar en su tiempo.  Por lo tanto, es posible que tengamos que ejercitar mucho la paciencia.

David esperó más de 20 años para convertirse en Rey de Israel desde el momento en que fue ungido por Samuel: 15 años para convertirse en rey de Judá y luego otros 7 años para convertirse en rey de Israel. 

Si hubiera sabido que le habría llevado tanto tiempo, es posible que no haya podido adquirir las habilidades y características que había aprendido durante su período de espera, que se necesitaban para que se convirtiera en un gran rey.  Vivió cada momento, así anticipando cuándo llegaría y aprendió mucho a lo largo del camino, de modo que estaba completamente preparado y listo para ganar su título.

A Dios le gusta prepararnos, mientras estamos a la espera, para que así estemos preparados espiritualmente, emocionalmente y físicamente.  Cuando permitimos que este proceso termine su trabajo, salimos maduros, completos y sin faltar en nada

Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
Mas tenga la paciencia su obra completa, para que
seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
-Santiago 1:3-4

Cuando esperamos, a veces soportamos largos, difíciles momentos y procesos para llegar a donde necesitamos estar, es cuando realmente valoramos y apreciamos por la lucha que atravesamos.

Cuando nuestro arduo trabajo finalmente muestre su fruto, cuando ese milagro venga o cuando nuestra carrera o negocio finalmente florezca, estaremos orgullosos de nuestros esfuerzos y de lo lejos que llegamos.  También lo agradeceríamos aún más por el tiempo que esperamos y oramos por ello.

 Iremos gradualmente a donde necesitamos estar, solo se necesita un paso a la vez.  Todo lo que ha sucedido en nuestras vidas nos está preparando para grandes momentos.  Dios quiere usar toda nuestra vida para prepararnos para la eternidad y la grandeza, por lo que no tiene prisa.

 El tiempo de Dios es perfecto; nunca temprano y nunca tarde Él sabe lo que es mejor para nosotros y nos ubicará en el lugar correcto y en el momento adecuado.  Es solo una cuestión de tiempo, así que apégate a las promesas de Dios para tu vida.

Author

Categories: Devocional