Colosenses 1:13-16

A menudo, paseamos por la vida sin preocuparnos por nada, consumidos por nosotros mismos y ciegos a la oscuridad que nos rodea. No reconocemos el peligro inminente. Vagamos sin saber que estamos perdidos.

Dios, en su gran amor por nosotros, no nos deja en la oscuridad. Colosenses 1:13-14 dice: \” Pues él nos rescató del reino de la oscuridad y nos trasladó al reino de su Hijo amado, quien compró nuestra libertad y perdonó nuestros pecados.\”.

No sabíamos lo que no sabíamos. Entonces Dios encendió la luz. Nos mostró quiénes somos y nos dio un camino para convertirnos en lo que siempre debimos ser: su familia.

Conocer a Jesús es como encender la luz del techo. Después de horas en una habitación oscura, tus ojos se adaptan. No te das cuenta de lo que puedes ver hasta que la luz inunda el espacio, revelando grietas que antes estaban ocultas y manchas de café moteadas en la alfombra.

No puedes volver a ver las cosas como antes. Porque aunque cortes la luz, sabes que las grietas y las manchas de café están ahí.

Del mismo modo, Jesús revela quién es Dios. Y una vez que lo vemos no hay vuelta atrás. En Jesús, lo invisible se hace visible. Él responde a la pregunta: \”¿Y si Dios fuera uno de nosotros?\” y nos muestra una nueva forma de vivir.

El Mensaje lo dice así: \”Cristo es la imagen visible del Dios invisible. Él ya existía antes de que las cosas fueran creadas y es supremo sobre toda la creación\” (Colosenses 1:15).

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