Si vivimos, es para honrar al Señor, y si morimos, es para honrar al Señor. Entonces, tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos al Señor. – Romanos 14:8 NTV
Ya sea que vivamos o muramos, lo hacemos para Cristo. Eso es lo que se quiere decir cuando hablamos de su señorío. Y como creyentes, reconocemos que la única manera segura de vivir es en obediencia a Él. Nos inclinamos ante Él, no con temor o aprensión, sino con gratitud y adoración.
Algunas personas piensan que solo están bajo la autoridad de Cristo quienes afirman que Él es su Rey. Pero la verdad es que Él reina sobre todo el universo. Hoy en día, pocas personas se someten al Señor, pues la mayoría quieren controlar sus destinos, sin darse cuenta de que su próximo aliento viene de Él.
Pero el reinado supremo del Señor nunca puede ser frustrado, y a pesar de la resistencia actual, llegará un día en que toda rodilla se doblará y toda lengua lo alabará (Romanos 14:11). En ese momento, toda disidencia será silenciada ante el Señor, quien “juzgará a los vivos y a los muertos” (2 Timoteo 4:1).
Muchos esperarán hasta que se vean obligados a arrodillarse en homenaje al Señor; por desgracia, enfrentarán un duro futuro. El momento de doblar la rodilla ante Cristo es ahora, cuando podemos hacerlo por nuestra propia voluntad. ¡Y qué bendiciones les esperan a quienes deciden seguir a Cristo! Él es un Maestro clemente y amoroso, que nos ha limpiado del pecado y prometido hacernos herederos con Él en su reino.
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