Recuerdo en un cumpleaños de mi sobrino, que decidimos alquilar un disfraz de Mickey Mouse y le pedimos a mi hermano menor que se lo pusiera para alegrar a todos los niños, sobre todo a el cumpleañero que esperábamos que no lo reconociera.

En el momento que llegó con el disfraz, mi sobrino no reaccionó como esperábamos, se le quedaba mirando y de repente dijo : ese es mi tío Ricky, fue tan gracioso para nosotros, pero él pudo reconocer quizás muchas cosas que se le parecían al tío, como la forma de caminar y el tono de la voz, así que no fue una gran sorpresa para él que su tío era Mickey Mouse.

Pensando en esto, meditaba en cuantas veces hemos ido a la presencia de Dios con un disfraz, ocultando lo que nos pasa, lo que nos duele, lo que hicimos que nos avergüenza decírselo cara a cara.

Leía este pasaje y pensaba en el poder de la \”confesión\” que para mi es cuando nos quitamos la máscara, ese disfraz de que no esta pasando nada, como si Dios ignorara lo que esta sucediendo.

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros
1 Juan 1:9-10


Cuando vamos a su presencia con ese disfraz, hablando muchos temas, menos el que realmente sabes, que en tu corazón debes confesarle al Señor, ese que te está inquietando la conciencia, estas evitando experimentar la fidelidad de Dios para ti.

Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo. Un obrero aprobado
2 Timoteo 2:13

Cada vez que confesamos nuestros pecados, eso que sabes que te dolió, porque ofendiste a Dios y trae un peso de culpa a tu vida que no te deja avanzar, estas evitando que Dios te transforme  y te muestre su perdón, que aunque hayas pecado él sigue alli, esperándote porque él es fiel y cumple su palabra.

Es absurdo aparentar con mentiras delante de un Dios omnipresente (que está en todos lados), omnisciente (que conoce todas las cosas) por lo tanto nos conoce perfectamente, sabe descifrar lágrimas, insomnio, miradas, actitudes y reconoce tu voz, temblorosa, coibida y quebrada entre millones de millones que se acercan a él día y noche para recibir su perdón y su gracia.
Porque eres único, eres su hijo, él te creó y sólo en sus brazos encontrarás ese bálsamo para tu corazón herido, para cubrir tu vergüenza y llenarlo de su Amor y Perdón.

Vivamos sin máscaras, quitemonos el disfraz de niños buenos, seamos sinceros delante de nuestro padre Celestial, él es justo y nos limpiará de toda maldad si creemos en el sacrificio que hizo  Jesucristo en la cruz del calvario, donde derramó su preciosa sangre para limpiarnos.

Dile la verdad, acércate con honestidad para que él haga la obra en tu interior, habla con él como un amigo y estoy segura que experimentarás su paz y su misericordia.

Que Dios te bendiga, no olvides quítarte el disfraz.

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