El cambio es duro. Después de una mudanza, se tarda semanas, o incluso meses, en acostumbrarse a un nuevo desplazamiento. Al final de un largo día, cuando hay muchas cosas en nuestras mentes, nuestro piloto automático interno toma el control, y en poco tiempo, estamos de vuelta en nuestro antiguo camino.

Aprender a seguir a Jesús a menudo se siente de la misma manera. Sabemos que no somos lo que solíamos ser. Nuestras viejas vidas se han ido, pero toma tiempo reemplazar los viejos patrones con otros nuevos.

La nueva versión internacional comienza Colosenses 3 con el encabezado, \”Vida nueva con Cristo\”. El subtítulo no formaba parte de la carta de Pablo, pero es un resumen adecuado de su mensaje.

Al igual que nosotros, los colosenses estaban aprendiendo una nueva forma de vivir. Pero en lugar de darles una lista de reglas, Pablo les dice que recuerden a quién pertenecen y que vivan en consecuencia.

\”Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios.\”
– Colosenses 3:2-3

Si eres un corredor, corre. Si eres bailarín, bailas. Y si eres de Dios, persigues las cosas de Dios.

El Mensaje lo dice de esta manera: \”No vayas arrastrando los pies, con los ojos en el suelo, absorto en las cosas que tienes delante. Mira hacia arriba, y estate atento a lo que ocurre alrededor de Cristo: ahí es donde está la acción. Mira las cosas desde su perspectiva\”.

Cuando aprendemos a ver el mundo a través de la perspectiva de Jesús, nuestras acciones comienzan a reflejar sus acciones. Damos prioridad a las cosas que Él priorizó. Amamos a los demás como Él ama. Y después de un tiempo, descubrimos que nos estamos convirtiendo en las personas que Él sabía que seríamos.

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